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Una característica llamativa del famoso cuadro de van Gogh «La noche estrellada» es la corona amarilla que rodea a cada estrella. El uso del amarillo caracteriza muchos de los cuadros de este postimpresionista holandés, y se especula mucho sobre la fascinación de van Gogh por este vibrante pigmento. ¿Simplemente le gustaba el color, o su preferencia estaba influenciada por alguna condición médica?

Debido a que se han diagnosticado numerosos trastornos póstumos en este artista, se han propuesto varias teorías para explicar cómo el estado físico de van Gogh puede haber influido en su obra. Dos teorías se centran en por qué consumía tanto amarillo.

En primer lugar, era aficionado a la absenta, un popular licor que contiene tuyona. El consumo excesivo de este licor puede hacer que el consumidor vea todos los objetos con un tono amarillo. Sin embargo, investigaciones realizadas en 1991 demostraron que una persona debe beber 182 litros de absenta para producir este efecto visual, por lo que podemos descartar esta teoría.

Una segunda explicación, más probable, tiene que ver con la sobremedicación con digitálicos. Las personas que reciben grandes y repetidas dosis de este medicamento suelen ver el mundo con un tinte amarillo-verde. Se quejan de ver manchas amarillas rodeadas de coronas, muy parecidas a las de «La noche estrellada». El médico del artista, Paul-Ferdinand Gachet, pudo haber tratado la epilepsia de van Gogh con digitálicos, una práctica común en aquella época. En uno de los tres retratos que van Gogh hizo de Gachet, el médico sostiene un tallo de Digitalis purpurea, la dedalera púrpura de la que se extrae la droga (véase la figura).

Afectado por enfermedades psiquiátricas durante toda su vida, van Gogh se suicidó en 1890. Las pruebas sugieren que padecía depresión maníaca, una enfermedad mental crónica que afecta a muchas personas creativas. Aunque en la actualidad existe un tratamiento con carbonato de litio, este fármaco también merma la capacidad creativa. Mucha gente cree que los artistas superan el sufrimiento con sus actos creativos, pero el sufrimiento también puede abrumar al artista. Si la terapia con carbonato de litio hubiera estado disponible, Van Gogh podría haber vencido su depresión maníaca, haber evitado su trágico destino y haber crecido más como artista. «Si hubiera podido trabajar sin esta maldita enfermedad, qué cosas podría haber hecho», escribió en una de sus últimas cartas.

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