El lisinopril, un medicamento ampliamente utilizado para tratar la presión arterial alta y otros trastornos cardiovasculares, a veces puede desencadenar un angioedema del intestino delgado, según sugiere un informe de un caso.
Aunque es poco frecuente, los médicos deben reconocer el angioedema como un posible efecto secundario del lisinopril, y proporcionar un diagnóstico oportuno y un tratamiento adecuado en presencia de dolor abdominal agudo.
El informe del caso, «Angioedema del intestino delgado causado por lisinopril», se publicó en la revista BMJ Case Reports.
Lisinopril, un inhibidor de la enzima convertidora de angiotensina (IECA), se utiliza a menudo para tratar la hipertensión y otras enfermedades cardiovasculares. Se sabe que estos inhibidores favorecen la acumulación de bradicinina, lo que ayuda a que los vasos sanguíneos se relajen y ensanchen. Pero la bradicinina también aumenta la permeabilidad de los vasos sanguíneos (permitiendo el paso de líquidos y gases), lo que contribuye al angioedema.
El angioedema inducido por los IECA es un acontecimiento poco frecuente que puede afectar a cualquier órgano. Lo más frecuente es que la afección se desarrolle en los labios, la lengua, la cara y las vías respiratorias superiores. Pero en casos más raros, puede afectar a otros tejidos corporales, como los intestinos.
El angioedema del intestino, sin embargo, es difícil de diagnosticar, porque suele manifestarse con dolor abdominal, náuseas, vómitos y diarrea, lo que puede simular otras enfermedades y llevar a un diagnóstico erróneo.
Un equipo dirigido por investigadores de la Universidad Estatal de Michigan presentó ahora el caso de un hombre de 42 años con angioedema del intestino delgado. Había sido remitido al hospital debido a un dolor abdominal agudo que afectaba sobre todo al cuadrante inferior izquierdo de la región abdominal.
Tenía un historial clínico de hipertensión y enfermedad renal crónica. Se quejaba de un fuerte dolor abdominal que empeoraba cada vez que comía o bebía. Estos síntomas también estaban asociados a náuseas, vómitos, dificultad para respirar y mareos.
Un análisis de su sangre mostró niveles elevados de glóbulos blancos, lo que sugería una inflamación. A continuación, una tomografía computarizada (TC) de la región abdominal mostró asas de intestino delgado de paredes gruesas, y evidencia de líquido libre leve en las cavidades abdominal y pélvica.
Los investigadores sospecharon que se trataba de una enfermedad inflamatoria del intestino o de una colitis, y comenzaron el tratamiento con los antibióticos ciprofloxacina y metronidazol. Sin embargo, el paciente no mostró signos de mejoría.
Aunque una tomografía computarizada adicional no encontró ninguna manifestación clínica nueva, una revisión del historial clínico del paciente reveló que había comenzado el tratamiento con lisinopril unas dos semanas antes de experimentar los síntomas.
Dado el riesgo documentado de angioedema intestinal vinculado al uso de IECA, se suspendió inmediatamente el tratamiento con lisinopril. En el plazo de 24 horas, el paciente mostró mejoras significativas, y posteriormente fue dado de alta sin informes de recurrencia.
«El angioedema del intestino delgado inducido por los IECA es una reacción adversa poco frecuente; sin embargo, es importante reconocer este efecto secundario ya que el fármaco es uno de los medicamentos más prescritos en el país», concluyeron los investigadores.