El efecto invernadero, la capacidad de ciertos gases como el dióxido de carbono y el vapor de agua de atrapar eficazmente parte de la reemisión de energía solar por el planeta, es un componente necesario para la vida en la Tierra; sin el efecto invernadero, el planeta sería demasiado frío para albergar vida. Sin embargo, las actividades humanas están aumentando la concentración de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, lo que hace temer un calentamiento de la Tierra de entre 1 y 5 ºC en el próximo siglo. Los recientes aumentos de la temperatura media mundial de la última década parecen estar ya fuera de la variabilidad normal de los cambios de temperatura de los últimos mil años. Diversos análisis sugieren que este aumento de la temperatura se debe a las crecientes concentraciones atmosféricas de gases de efecto invernadero, lo que da credibilidad a la preocupación por los cambios mucho mayores que se prevén en el clima para las próximas décadas. Son estas pruebas las que llevaron a la comunidad científica internacional, a través del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), a concluir (tras un debate sobre las incertidumbres restantes) que «no obstante, el balance de las pruebas sugiere una influencia humana en el clima global». Los resultados más recientes han reforzado esta conclusión. Los modelos informáticos de los complejos procesos que afectan al ciclo del carbono han implicado a la quema de combustibles fósiles como un factor importante en el aumento de las concentraciones de dióxido de carbono en el pasado. Estos modelos también sugieren que, sin grandes cambios políticos o tecnológicos, las futuras concentraciones de CO2 seguirán aumentando en gran medida como resultado de la quema de combustibles fósiles. Este documento revisa la comprensión actual de las preocupaciones sobre el cambio climático y el papel que desempeña el uso de combustibles fósiles.