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Discusión

La oclusión de la vena retiniana (OVR), después de la retinopatía diabética, es la segunda causa más común de anormalidad vascular retiniana en adultos. En función del lugar de la oclusión, se divide en tres tipos: (a) oclusión de la rama venosa de la retina (OVR), (b) OVCR y (c) oclusión de la vena hemirretiniana (OVCR).2 La OVCR se subdivide a su vez en tipos isquémicos y no isquémicos. Este último es el tipo más leve, con una obstrucción venosa parcial y un buen pronóstico visual, mientras que la OVCR isquémica se asocia a una pérdida visual grave, debido a una obstrucción casi total de la vena retiniana.1 Hasta 16,4 millones de adultos en todo el mundo están afectados por la OVCR, y más del 90% de ellos son mayores de 65 años.1,3-5

Más de la mitad de estos casos tienen un trastorno sistémico asociado (por ejemplo, hipertensión, hiperlipidemia, diabetes mellitus o vasculitis sistémica).5,6 Además de estos conocidos factores de riesgo clásicos, la hiperhomocisteinemia parece desempeñar un papel importante en la patogénesis de esta enfermedad,6 y se considera el factor de riesgo «emergente» más común relacionado con la OVR.7

La rubeosis iridis es una complicación bien conocida de la OVCR isquémica, que si no se trata a tiempo puede desembocar en un glaucoma neovascular (GNV).8 El GNV es una forma grave de glaucoma que se caracteriza por la neovascularización del iris, el cierre del ángulo de la cámara anterior y presiones intraoculares (PIO) extremadamente elevadas, junto con dolor ocular intenso y mala visión.

Este caso es único por varias razones. Para empezar, la edad de la paciente era de sólo 34 años, una edad en la que la aparición de la OVCR es poco frecuente.3-5,7 La OVCR suele estar asociada a enfermedades sistémicas o causas locales como el glaucoma primario de ángulo abierto, los traumatismos oculares y las infecciones orbitarias.1,3-5,7 Sin embargo, en este caso concreto, el paciente era un individuo joven y sano sin ninguna de estas enfermedades.

La única prueba positiva fue la hiperhomocisteinemia, que también se considera un factor de riesgo para las enfermedades cardiovasculares, especialmente en individuos jóvenes.6,9

La OVCR per se es una afección indolora, sin embargo, cuando se asocia a un glaucoma neovascular, es muy dolorosa debido a la fuerte elevación de la PIO. Sorprendentemente, este paciente no tenía dolor y había informado de que simplemente tenía visión borrosa.

Aunque el NVG es la complicación más temida y cegadora de la OVCR isquémica, su tratamiento sigue siendo muy desafiante, impredecible, difícil y controvertido. El tratamiento inicial suele incluir la fotocoagulación panretiniana con láser (PRP), así como el factor de crecimiento endotelial intravítreo (VEGF) y los corticosteroides para reducir la isquemia ocular, lo que a su vez provoca la regresión de la NVI y finalmente la reducción de la PIO.10

Sin embargo, en nuestro caso nos concentramos inicialmente en controlar su PIO por todos los medios posibles, porque una vez que se desarrolla la NVG y la PIO es alta, el aspecto principal del tratamiento es el control de la PIO alta, que es casi invariablemente el factor principal de la pérdida visual irreversible y masiva, en lugar de la enfermedad original, que indujo la NVG.10 Además, dado que en la presentación ya había un daño severo del nervio óptico glaucomatoso, tratamos de salvar cualquier visión posible y prevenir un daño mayor. Pero el hecho interesante que observamos fue que a medida que se controlaba gradualmente la PIO se acompañaba de una regresión simultánea del NVI, hasta el punto de que después de una semana de tratamiento sólo con medicación antiglaucomatosa el NVI había desaparecido totalmente.

Por lo que sabemos, esto no se ha comunicado nunca antes en la literatura.

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