He estado bajo la suposición completamente errónea de que los supervivientes del cáncer de mama no pueden ser donantes de sangre. En algún lugar escuché que si te habían diagnosticado cáncer y además te habían dado quimioterapia, no podías donar sangre.
Pienso en donar sangre a menudo e insto a mis familiares y amigos a que lo hagan. A menudo he deseado poder contribuir a los bancos de sangre y a las campañas de donación, pero realmente creía que haber tenido cáncer de mama me eliminaba. Ayer decidí que realmente no lo sabía con certeza y que debía investigarlo. En su lista de requisitos de elegibilidad para la donación de sangre, la Cruz Roja Americana afirma que las personas diagnosticadas de cáncer pueden donar si el cáncer fue tratado con éxito y han pasado al menos 12 meses sin que el cáncer reaparezca. Se trata de un cambio respecto al requisito anterior, que establecía que los donantes debían llevar cinco años sin cáncer. Además, no pueden donar las personas a las que se les haya diagnosticado un cáncer de sangre (como leucemia o linfoma) o la enfermedad de Hodgkin.
Yo he recibido una transfusión de sangre. Unas noches después de mi operación de reconstrucción mamaria con colgajo DIEP, me desperté de madrugada con un tremendo dolor de cabeza. Además del dolor de cabeza, oía voces. Como todavía estaba en el hospital y me estaban controlando después de la extensa operación, llamé inmediatamente a la enfermera. Me aseguró que estaría bien y trató de ponerme cómodo. Esa mañana el médico me informó de que mi presión arterial era baja y que necesitaba una transfusión de sangre. Antes de la cirugía del colgajo DIEP me habían advertido de que esto podía ser consecuencia de la extensa microcirugía y de la pérdida de sangre, así que no me preocupé. Cuando me sentí transformada y con energía después de la transfusión, agradecí haberla recibido.