- Un nuevo artículo revela un caso convincente de que un ancestro humano extinto intentó hibernar.
- Las pruebas provienen de enfermedades nutricionales que dejan marcas permanentes en el esqueleto.
- Este grupo de primates parecidos a los humanos pasaba los inviernos resguardado dentro de cuevas oscuras, pero seguras.
En un nuevo estudio, los científicos revelan sus hallazgos de una investigación clave: ¿los humanos o sus antepasados hibernaron alguna vez?
Aunque es difícil hacer un caso concluyente después de miles de años, los investigadores han combinado las observaciones del registro fósil y creen que los seres humanos tenían una forma de capacidad de hibernación en el pasado lejano.
Los resultados se muestran a través de pruebas como la estructura ósea y el crecimiento a lo largo del tiempo, que los científicos pueden utilizar para respaldar lo que la gente estaba comiendo y haciendo durante el ciclo estacional.
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El Homo sapiens -¡eso somos nosotros!- evolucionó en algún momento hace unos 300.000 años. En esta investigación, paleoantropólogos de Grecia y España estudiaron pruebas fósiles de hace unos 500.000 años, por lo que se trata de los restos de un antepasado humano extinto. «e examinó la colección de esqueletos de homínidos de la Sima de los Huesos, Cueva Mayor, Atapuerca, España, en busca de evidencias de hiperparatiroidismo tras una revisión exhaustiva de la literatura», explican los investigadores en su artículo.
La ubicación en las cuevas de Atapuerca, un valioso yacimiento arqueológico en el que los científicos han encontrado más de 1.600 fósiles humanos de un periodo clave en la línea evolutiva del Homo sapiens, es importante para el alcance específico de esta investigación. Las cuevas son un refugio natural, y los investigadores las estudian como ejemplo de un tipo de asentamiento temprano cuando los humanos desarrollaron tecnologías, como la agricultura, que les permitieron «echar raíces.»
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En este caso, los investigadores creen que esas raíces incluían permanecer dentro de las cuevas gran parte del tiempo, incluso durante los fríos y difíciles meses de invierno.
Hoy sabemos que los animales que hibernan caminan por una línea muy fina de preparación y subsistencia, acumulando reservas de grasa y activando activadores biológicos para reducir la temperatura corporal y el metabolismo. Pero mientras los humanos modernos disponen de tecnología que evita las enfermedades nutricionales, por ejemplo, nuestros ancestros prehistóricos no tuvieron esa suerte.
Es en estas ausencias, que dejan marcas físicas en el esqueleto humano, donde los investigadores han encontrado sus pistas. Esta es sólo una parte de la lista de condiciones de salud evidentes:
«Encontramos tunelización trabecular y osteítis fibrosa, reabsorción subperióstica, signos de «poste de valla podrido», tumores marrones, hueso nuevo subperióstico, condrocalcinosis, osteoplacas raquíticas y huecos vacíos entre ellas, craneotabes y reborde de costillas sobre todo en la población adolescente de estos homininos. stos homininos extintos sufrían anualmente de raquitismo renal, hiperparatiroidismo secundario y osteodistrofia renal asociada a la enfermedad renal crónica – trastorno mineral y óseo (CKD-MBD). Sugerimos que estas enfermedades fueron causadas por una hibernación mal tolerada en oscuros hibernáculos cavernosos»
Los científicos encontraron muchos ejemplos de destrucción o debilitamiento del esqueleto basados en la comprensión existente de que estos signos son causados por enfermedades. Y debido a la naturaleza periódica -que ocurre anualmente, pero no constantemente- creen que pueden atribuir estos daños estacionales a un compromiso de supervivencia realizado por nuestros ancestros.
Elegían pasar la peor parte del año intentando dormir dentro de cuevas relativamente seguras, y para ello sacrificaban la nutrición y la vitamina D del sol.
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¿Qué significa todo esto? Bueno, el metabolismo humano es inusual por sí mismo, pero también encaja en el panorama general de cómo evolucionaron los mamíferos y luego los mamíferos humanoides. Para hibernar se requiere un paso más allá de lo que tenemos: no sólo quemar suficiente combustible alimenticio para mantener nuestros cuerpos de sangre caliente en funcionamiento, sino almacenar y expulsar con seguridad lo suficiente para sobrevivir.
Entender qué especies lograron esta hazaña podría ayudar a los arqueólogos a entender por qué el Homo sapiens surgió como los que todavía están aquí.