Las 10 razones principales por las que una buena digestión es esencial

Hay una serie de razones por las que una buena digestión es tan importante para nuestro bienestar general y los beneficios de mantener nuestro intestino en buen estado son múltiples. He aquí algunas de las razones más esenciales para mantener el intestino en óptimas condiciones.

#1 – Absorción de nutrientes: La digestión es el proceso por el cual nuestros alimentos se descomponen en moléculas más pequeñas, y el cuerpo extrae los nutrientes esenciales que necesita para sobrevivir y los transporta a través del torrente sanguíneo a donde se necesitan, permitiendo que nuestro cuerpo siga funcionando, con la absorción de calcio en los huesos y la inmersión de antioxidantes en el sistema inmunológico. Si nuestra digestión es buena, tendremos huesos más fuertes, músculos ágiles, articulaciones lubricadas y un sistema inmunitario sano que puede defendernos de patógenos invasores o virus como el resfriado común. Sin embargo, si la digestión se ve obstaculizada y los nutrientes no se absorben correctamente, puede producirse una acumulación de toxinas y ciertas deficiencias nutricionales. Todo el cuerpo empezará a sufrir las consecuencias: seremos más propensos a padecer síntomas digestivos desagradables como la diarrea o el estreñimiento, nuestro sistema inmunitario será más vulnerable a las infecciones, nuestros huesos más frágiles, nuestro estado de ánimo más irritable y, en general, nos sentiremos cansados, con menos energía y con malestar.

#2 – Residuos: Nuestro sistema digestivo no sólo se encarga de extraer lo bueno de los alimentos, sino también de expulsar lo que no necesitamos. Si nuestro cuerpo no es capaz de extraer ningún nutriente, lo que queda se trata como residuo y se expulsa de nuestro cuerpo en forma de orina o heces. Si sufrimos una mala digestión, o una indigestión, este proceso puede ralentizarse, provocando estreñimiento, o los alimentos pueden pasar demasiado rápido por nuestro tracto digestivo, provocando diarrea y deshidratación. La acumulación de productos de desecho en nuestro sistema también puede provocar la liberación de toxinas en nuestro sistema y conducir a un aumento de la población de bacterias no amistosas en nuestro estómago, estimulando síntomas como hinchazón, flatulencia o dolor abdominal.

#3 – Intestino: Aquí nos referimos a nuestro intestino delgado, colon y recto. El intestino es una parte integral del sistema digestivo. Si nuestra digestión es buena, nuestros intestinos funcionarán con normalidad, con el intestino delgado trabajando para descomponer los productos alimenticios, extraer los nutrientes vitales y pasar los productos de desecho a través del colon para ser expulsados por el ano. Cuando sufrimos una mala digestión, nuestro intestino delgado es incapaz de descomponer correctamente los productos alimenticios, lo que provoca una serie de desagradables efectos secundarios. El desarrollo del Síndrome del Intestino Irritable, SII, es una de las opciones posibles. Se trata de una enfermedad crónica que se caracteriza por brotes de estreñimiento, diarrea, hinchazón e incontinencia y que puede manifestarse cuando nuestro intestino comienza a contraerse de forma irregular, ya sea demasiado rápido o demasiado lento.

#4 – Órganos: El hígado, la vesícula biliar y el páncreas forman parte de nuestro sistema digestivo y existe un gran grado de interdependencia. Por ejemplo, si la vesícula biliar no funciona correctamente, las grasas no se digieren bien. Por otra parte, lo que comemos y cómo digerimos los alimentos influye mucho en el funcionamiento de la vesícula y en la formación de cálculos biliares. Algo similar puede ocurrir también en los riñones: si nutrientes como el fósforo y el oxalato se absorben mal, pueden manifestarse como cálculos renales.1

#5 – Articulaciones y músculos: Una buena digestión garantiza que las vitaminas y los minerales vitales se absorban y se transporten a nuestras articulaciones y músculos. Nutrientes como la vitamina D y el magnesio son extremadamente útiles para ayudar a la absorción del calcio, mientras que ciertas proteínas pueden ayudar a fortalecer nuestros músculos. Si estos nutrientes no se extraen debido a una mala digestión, pueden producirse carencias. Por ejemplo, una deficiencia de vitamina D puede hacer que el calcio no se sumerja correctamente en las articulaciones y ciertos antioxidantes no podrán fomentar el crecimiento de nuevos tejidos en el colágeno, lo que provocará el desgaste de las articulaciones. Si los residuos alimentarios no se eliminan correctamente, las toxinas pueden llegar a las articulaciones y los músculos, provocando dolor e irritación. Si el ácido úrico no se excreta correctamente, puede cristalizarse alrededor de las articulaciones, desencadenando un episodio de gota.

#6 – Huesos: Nuestros huesos son otra área de nuestro cuerpo que requiere un flujo constante de nutrientes, como el calcio, la vitamina D, el fósforo y el magnesio. Si nuestros alimentos no se descomponen correctamente, nuestro cuerpo corre el riesgo de desarrollar ciertas deficiencias. Tener demasiada o muy poca acidez estomacal suele ser un síntoma de mala digestión, pero puede provocar que el calcio no se metabolice correctamente, causando condiciones degenerativas en nuestros huesos como la osteoporosis.

#7 – Dientes: Se calcula que el 90% de las enfermedades sistémicas pueden verse reflejadas en la salud de la cavidad bucal.2 En el caso de una buena digestión, nuestros dientes deberían estar fuertes y bien nutridos de nutrientes como el calcio, el hierro, la vitamina B12 y la vitamina C. Cuando nuestros dientes se ven privados de estos nutrientes, el esmalte se debilita y nuestros dientes se vuelven más propensos al deterioro, y nuestras encías más vulnerables a las infecciones. Se sabe que problemas como el reflujo ácido manchan y dañan los dientes, mientras que algunas enfermedades inflamatorias como la de Crohn tienen efectos secundarios que pueden extenderse a la cavidad oral, dando lugar a úlceras. Irónicamente, esto perpetúa los síntomas de una mala digestión, ya que nuestros dientes son un componente vital de las primeras etapas de la digestión, descomponiendo los alimentos para que puedan ser transmitidos al esófago.

#8 – El sistema inmunológico: El sistema inmunitario trabaja incansablemente para proteger nuestro cuerpo de patógenos invasores, alérgenos y posibles infecciones, y suele ser nuestra primera línea de defensa contra la enfermedad. Alrededor del 70% de nuestras células inmunitarias habitan en nuestro intestino, lo que confiere al sistema digestivo un grado de influencia considerable sobre la salud y el bienestar de nuestro sistema inmunitario. Si nuestra capacidad para digerir los alimentos se ve comprometida, el sistema inmunitario se vuelve vulnerable, privado de antioxidantes y minerales, y expuesto a las bacterias hostiles que residen en nuestro tracto digestivo. Estas bacterias hostiles se consideran inofensivas con moderación, pero en condiciones óptimas pueden multiplicarse y abrumar a las células inmunitarias del intestino. El sistema inmunitario responderá volviéndose hiperactivo, reaccionando de forma exagerada ante los patógenos, los alérgenos y ciertas proteínas que se encuentran en los productos alimentarios, liberando anticuerpos inflamatorios que pueden estimular episodios de rinitis alérgica o eczema. Otro desencadenante del sistema inmunitario es la presencia de proteínas no digeridas en el torrente sanguíneo, que pueden volver a sobreestimular las células inmunitarias y exagerar un ciclo existente de reacciones drásticas.3

#9 – Piel: A menudo se comenta que si algo está mal internamente, se presentará externamente en nuestra piel. La vitalidad de las células de la piel está estrechamente relacionada con los sistemas inmunológico y digestivo, respectivamente, y depende de que ambos estén fuertes y sanos. Si nuestro sistema digestivo funciona con normalidad, las células de la piel se revitalizarán gracias a los antioxidantes, permaneciendo robustas y duraderas, y protegiendo al organismo de posibles irritantes y alérgenos. Sin embargo, si sufrimos problemas digestivos, éstos se reflejarán inevitablemente en la salud de nuestra piel, ya sea por deficiencias nutricionales, por inflamación o por un sobrecrecimiento bacteriano en el intestino. Cuando nuestras bacterias intestinales se ven afectadas, pueden contribuir al desarrollo de ciertas afecciones cutáneas como el acné. Un estudio realizado en Rusia descubrió que el 54% de los sujetos de prueba afectados por el acné también tenían una microflora intestinal alterada, lo que implica una fuerte conexión entre ambas enfermedades.4

#10 – Estado de ánimo: Los problemas digestivos pueden influir en nuestro estado de ánimo en un círculo vicioso, y viceversa. Si tenemos un sistema digestivo bueno y saludable, es probable que no tengamos problemas relacionados con el intestino y, debido a la absorción de nutrientes que nos hacen sentir bien, como las vitaminas C y D, que aumentan nuestra producción de serotonina, es probable que nuestro estado de ánimo esté bien equilibrado y mejore. Sin embargo, en los casos de mala digestión esto no es así, ya que nuestros síntomas físicos, como el estreñimiento o el dolor abdominal, a menudo nos causan angustia emocional, haciéndonos sentir cohibidos, ansiosos y aprensivos. Estos sentimientos ejercen presión sobre nuestro sistema inmunitario, ya de por sí debilitado, y pueden estimular otros problemas digestivos como calambres, pérdida de apetito, náuseas y diarrea.

1https://www.niddk.nih.gov/health-information/health-topics/urologic-disease/kidney-stones-in-adults/Pages/ez.aspx#causes

2 http://www.empowher.com/dental-amp-oral-health/content/digestive-problems-often-seen-during-dental-checkups

3 http://www.collective-evolution.com/2015/03/06/how-your-digestion-controls-your-immune-system/

4 http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/11525176

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