Publicamos hoy la segunda parte de la entrevista que ha realizado Bebés y más a la psicóloga Mónica Álvarez, terapeuta familiar y especialista en duelo gestacional y perinatal.
Mónica ha pasado ella misma por la experiencia de la pérdida de un embarazo y además de profesionalmente, atiende a las madres en el foro Superando un aborto y en sus páginas Duelo gestacional y perinatal y Psicoterapia perinatal.
En la primera parte de esta entrevista ya hemos profundizado sobre los aspectos psicológicos del aborto, hoy vamos a hablar sobre los casos que necesitan apoyo de un especialista y también de la atención que se deberia dar a estas madres en los hospitales. Y sobre todo, vamos a entender mejor el duelo que sigue a un aborto.
¿Cuando sería conveniente pensar en un nuevo embarazo?
Físicamente el cuerpo pasada la cuarentena ya está preparado para volver a concebir, en cuanto vuelve a haber ovulación. Emocionalmente es otra cuestión. Hace falta que transcurra un tiempo para despedirse del bebé que se fue, para elaborar el duelo.
Puede darse el embarazo, pero hay que saber que ese duelo se realizará tarde o temprano. En los casos de aborto de repetición suele haber también una dificultad para quedarse embarazada y en muchos casos se tarda hasta otro año en volver a quedarse, con lo que se da un tiempo considerable para la labor del duelo.
A veces hay mujeres que no tienen dificultades para concebir y quedan embarazadas enseguida. Si se da una nueva pérdida, o incluso una tercera la mujer suele descubrir un día que en menos de 9 meses ha perdido tres bebés y que está agotada física y emocionalmente; necesita un tiempo de descanso, para hacer conciencia, despedirse de sus hijos y de la mujer que ya nunca volverá a ser.
Si se da el siguiente embarazo y va adelante, se dará una situación curiosa de embarazo y duelo. O puede ser que el duelo se aparque para más adelante y surja en otra ocasión en la que se dé otra pérdida.
La cuestión es que una no se va de esta vida con los deberes sin hacer. Tarde o temprano será necesario elaborar, vivir, transitar ese duelo y el crecimiento psicoemocional que conlleva. No se libra nadie.
¿Que tipo de profesional puede ayudar a una mujer en este proceso?
Desde el momento en que una mujer entra en urgencias con un sangrado o con la dificultad que sea, desde la persona que le atiende en la ventanilla de ingreso, hasta la auxiliar que le lleva la comida, pasando por ginecólogos, matronas, enfermeras… Todos deberían estar preparados para atender correctamente a una mujer que haya perdido un bebé o esté en proceso de hacerlo, sea el mes de gestación que sea en el que se produce la pérdida.
¿Como reconoceremos que el profesional no nos ayuda?
Esto es igual que para un parto. La madre acude al hospital en una situación de indefensión extrema, con la angustia añadida de que puede estar perdiendo a su hijo o el conocimiento de que ya lo ha perdido. La madre tiene que pasar por un parto para parir a su hijo, da igual en qué semana gestacional esté. Cuanto más avanzado sea el embarazo será más similar a un parto y cuanto menos más parecido a una regla fuerte.
Lo ideal sería que el parto fuera no intervenido, dejar que el cuerpo haga su trabajo, con sus tiempos, sus hormonas. No hay estudios, pues todavía nadie se ha puesto a ello, pero con la experiencia de quienes hemos pasado por ello (y somos unas cuantas) sabemos que la oxitocina que se genera en el cuerpo con el dolor de las contracciones ayudan y emponderan a la madre. Parir a tu hijo siempre te deja ese regusto de saber que tu cuerpo funciona que ha hecho lo que tenía que hacer.
Evitar a una mujer tener esa experiencia es ir en su contra. Hay quien prefiere entrar por el guión que ofrece el sistema, pero hay quien no y se debería poder elegir. Hay muchas mujeres que habrían elegido antes un manejo expectante y no lo hicieron porque no sabían que se podía hacer. Desgraciadamente, la mitología médica habla de terribles consecuencias para la madre (infecciones, muerte…) si elige parir a su hijo (ya sea un embrión o un bebecito) y ése es el mensaje que transmiten «quienes saben».
He acompañado a muchas mujeres en el manejo expectante de la pérdida de sus embarazos de pocas semanas y muy pocas han necesitado finalmente un legrado. Mi compañera M. Àngels dijo una vez que los legrados eran a la pérdida gestacional lo que las innecesarias eran al parto. El legrado deja una sensación de vacío en la madre. Vivir el ritual de sangre que supone sentir irse a tu hijo, empondera. Pero hace falta información y mucho apoyo. Y respeto para dejar elegir una cosa u otra.
¿Es necesario medicar para superar una depresión postaborto?
Después de un aborto no siempre ha de darse una depresión. Lo que se sucede a una pérdida es un duelo, no una depresión.
Es verdad que el duelo puede derivar en duelo patológico, pero la patología podría ir en la línea de una depresión pero también en la línea de un trastorno psicótico. Sería complicado de explicar aquí detalladamente. En estos casos es necesaria el tratamiento con un profesional, pues el éxito del tratamiento, como en muchos otros, depende de que se pueda coger la enfermedad en su inicio. No es lo más común, pero podría darse.
En cuanto a suministrar medicamentos, será el psiquiatra quien lo juzgue necesario, pues los psicólogos no podemos medicar. El momento de la pérdida pueden darse episodios de ansiedad, irrealidad, mareos… Es común dar ansiolíticos para evitar todo esto.
Se sabe desde la atención a víctimas de catástrofes que esta práctica ayuda a corto plazo porque elimina la sintomatología, pero que a largo plazo es negativa porque evita que se realicen en el cerebro las conexiones neuronales adecuadas que ayuden a la persona a afrontar las siguientes etapas del duelo y no quedarse bloqueada en alguna.
¿Es correcto el término depresión post aborto o no siempre es exactamente una depresión lo que produce el dolor del aborto que necesita ayuda?
Hay muchos factores los que marcan esto. En principio el duelo es una reacción psicofisiológica normal del cuerpo-mente tras una pérdida. Se dice que transcurre un año para empezar «a levantar cabeza». Después el dolor está ahí, pero se han aprendido recursos para aceptarlo. El tiempo mitiga la intensidad del dolor… La depresión es un término que hablaría de patología y necesitaría tratamiento psicoterapéutico para superarla.
¿Ver al feto o al bebé fallecido ayuda a establecer un duelo?
Ayuda enormemente, pero pienso que como en todo, hay que ser respetuosos con la decisión de los padres, y si no lo quieren ver, no se puede obligar. No estamos acostumbrados a «ver muertos».
Pienso que si a los padres se los apoya emocionalmente, se les explica lo que van a ver, que no tiene que dar miedo, muchos más elegirían verlo.
También en los hospitales en los que se ha desarrollado un protocolo de atención a la muerte perinatal la comadrona lava y viste al pequeño, a veces cubriendo zonas que puedan presentar alguna malformación, para que sea más llevadero a los padres.
Hay otra práctica en la que se les fotografía y se guardan las fotos en el historial de manera que si los padres que no quisieron verlo luego quieren hacerlo puedan acceder a ellas y poner rostro a un hijo al que no van a conocer más allá de los meses que está en el vientre.
Uno de los principales problemas a la hora de establecer un duelo es la negación, hacer como si no ha pasado nada. Si se muere el abuelo es difícil negar esa muerte porque tienes todos los recuerdos de una vida para mantener ese recuerdo vivo.
En el caso de las muertes intraútero o en el parto es más fácil hacer como si no hubiera ocurrido ese hijo. Ya he dicho que nuestra sociedad es muy negadora en cuanto a la muerte se refiere y hay un montón de mecanismos que ayudan a seguir «como si no hubiera pasado nada».
Ver a tu hijo, ponerle un rostro, un nombre, ver que se parece al padre, que tiene las orejas de la abuela, el mentón del tío Juan… es hacerlo más real, aunque duela más, es entrar en el duelo por la puerta grande. Cuántas madres conozco a quienes no dejaron ver a sus hijos (para que no sufrieran) que guardan como la pena más grande el no haber podido ponerle cara a su hijo.
¿Darle nombre o guardar recuerdos de él es beneficioso o causa más pena?
Como decía antes, es entrar por la puerta grande en la labor de duelo. A primera vista es verdad que causa más pena, pero porque hace que la pérdida sea más real, tenga peso, no nos deja escaparnos de la realidad.
¿Una madre que ha tenido un aborto, es una madre también, verdad?
Por supuesto. Y hoy sabemos gracias a la Ciencia que no es algo que se dice sólo para consolarse una. Desde el inicio del embarazo hay un intercambio de sangre entre la madre y el hijo. Aunque el bebé muera se sabe que esas células permanecen en la madre hasta 20 años más tarde.
La maternidad va mucho más allá que tener un bebé en brazos.
¿El aborto se olvida o se supera?
Yo creo que ninguna de las dos cosas. Se aprende a vivir con ello. Se cree que una pérdida de pocas semanas no ha de suponer gran pérdida para alguien ya que no ha tenido vida física visible.
Lo cierto es que una madre es capaz de sentir amor por su bebé desde el minuto 0 de su concepción ¡¡e incluso antes!! Perderlo es una gran tragedia de la que cuesta mucho recuperarse.
Y más porque como ya he dicho, en nuestra sociedad no hay rituales, ni sagrados ni cotidianos que marquen un esquema de cómo ha de continuar la vida en adelante, con lo que los padres se encuentran terriblemente confundidos y desorientados. Eso por supuesto no ayuda mucho.
Si no se enquista el duelo, el tiempo, tener otros hijos, pueden aliviar en parte el dolor. Pero en muchos casos la cicatriz emocional y energética será como esas cicatrices físicas que duelen cuando va a cambiar el tiempo. Un hijo es un hijo y siempre estará presente de una manera u otra en la vida de los padres. Y de los hermanos y de los abuelos…
¿Como canalizar ese dolor y ese amor a alguien que ya no está?
Haciéndolo presente. No solamente a través de una caja de recuerdos. Tal vez tengas más hijos y les hagas un cuadrito a punto de cruz con su nombre; por qué no grabar también el nombre del niño que no está.
Una mamá contaba cómo la abuela tejía una mantita para la nieta y la dejó de tejer cuando se malogró; al cabo de los meses terminó la manta y la madre la guarda como algo precioso. Hay quien planta un árbol para conmemorar el nacimiento de sus hijos. ¿Por qué no plantar uno también por el que no llegó a vivir fuera del útero?
En mi ciudad hay una iniciativa muy bonita para repoblar los montes de alrededor. El ayuntamiento te da la posibilidad de plantar un árbol por cada bebé que nace. Hace poco fue la plantada del los bebés que nacieron el año pasado. Allí fuimos muchas familias en los autobuses que ponen. Es un gesto comunitario, pues siempre viene bien que se reforeste el monte, y vernos tantos allí, pues fue muy bonito. Mi hija pequeña tiene un árbol creciendo a la par que ella.
¿Te imaginas que hicieran lo mismo para los bebés muertos en el tiempo de la gestación o en el parto o a los pocos días de nacer? De primeras puede sonar macabro, pero si lo piensas bien sería un acto social y comunitario de reconocimiento hacia todos esos niños. Los padres estarían felices de poder hacer algo por sus hijos perdidos y el monte lo agradecería también. No es macabro en absoluto, es un gesto como otro cualquiera. Y sólo es echarle un poco de imaginación para que se nos ocurran más ideas.
Con esto terminamos, agradecidos, la entrevista a la psicóloga Mónica Álvarez, que nos ha explicado muchas cosas que, ante la pérdida de un embarazo, deberíamos saber todos, tanto las madres, como sus familias y los profesionales que las atienden.
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