2. Investigación Los médicos de la sala de urgencias habían atribuido el bajo nivel de sodio de la paciente, o hiponatremia, a los vómitos y la deshidratación. La habían sometido a una infusión lenta de líquidos intravenosos. Ciertamente, la deshidratación es una de las causas más comunes de hiponatremia, especialmente en un paciente como éste que ha estado vomitando o ha tenido diarrea. Una hipótesis razonable, pero Musher no la consideró correcta. El examen físico no apoyaba un diagnóstico de deshidratación: su presión arterial era alta, su ritmo cardíaco era normal y su orina estaba diluida. Ante esta evidencia, Musher pensó que los vómitos estaban causados por el bajo nivel de sodio y no al revés. Pero entonces, ¿qué causó el bajo nivel de sodio?
Musher se centró en las posibilidades más probables para la anciana. La primera y más importante: los medicamentos. Muchos fármacos comunes pueden causar un nivel bajo de sodio, y esta paciente tomaba muchos medicamentos. Los dos médicos repasaron detenidamente la lista de medicamentos que la paciente llevaba a mano, pero ninguno estaba asociado a la hiponatremia. Algunas enfermedades inusuales de los sistemas hormonales pueden causar hiponatremia: La enfermedad de Addison, que se produce cuando las glándulas suprarrenales dejan de producir sus hormonas, puede hacer que el cuerpo pierda sodio. La escasez de hormonas tiroideas también puede disminuir los niveles de sodio. Un simple análisis de sangre mostraría si alguna de estas dos cosas era la causa. Pero lo que más preocupaba a Musher era la posibilidad de un cáncer. El amplio historial de tabaquismo de la paciente la ponía en riesgo de padecer cáncer de pulmón, que puede causar hiponatremia. Las células cancerosas producen una hormona que imita a la que fabrica el cuerpo para regular el agua. Un exceso de esta hormona (llamada vasopresina) hará que los riñones retengan agua. Necesitaban más estudios para hacer un diagnóstico. Mientras tanto, suspendieron los líquidos e indicaron a la paciente que limitara la ingesta de agua para dar a su riñón restante la oportunidad de restablecer el equilibrio adecuado de sal y agua.
En las rondas a primera hora de la mañana siguiente, los dos médicos se detuvieron a ver a su nonagenaria. Dijo que se sentía mucho mejor. Y lo parecía: su pelo blanco estaba peinado para mostrar un corte elegante, y su lápiz de labios estaba recién aplicado. Su sodio estaba mejorando, aunque todavía estaba lejos de ser normal. Los demás análisis de sangre -para comprobar la tiroides y las glándulas suprarrenales- eran normales. Mientras pensaba qué hacer a continuación, la hija de la paciente se acercó a él. Su madre tenía mucho mejor aspecto, decía que se sentía mucho mejor… ¿estaba mejor? Era Nochebuena. ¿Podría ir a casa a pasar las fiestas con su familia?
Musher dudó. En ese momento, pensó que la causa más probable de su hiponatremia era el cáncer. Necesitaba que la examinaran. Por otro lado, era Navidad: si se quedaba, ¿se haría algo realmente?
Después de instruir a la hija sobre la restricción de líquidos, Musher permitió que la paciente se fuera a casa. «Si se tratara de un cáncer de pulmón, habría muchas posibilidades de que ésta fuera realmente su última Navidad con su familia», me explicó. Animó a la paciente a que se pusiera en contacto con sus médicos cuando volviera a Florida; tendrían que determinar la causa de sus síntomas.