the nerve blog

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October 22nd, 2015

A todo el mundo le gusta hacer reír a los bebés, ya sea haciéndoles caras divertidas, sonidos extraños o haciéndoles cosquillas en los dedos de los pies. Lo curioso es que, aunque sabemos que los bebés más pequeños comienzan con capacidades visuales muy limitadas, la mayoría de nosotros hemos asumido que su sentido del tacto está lo suficientemente desarrollado como para estar vinculado al sistema visual. Un estudio reciente demuestra que no es así.

Imagínate que estás en una habitación, tal vez con otras personas, y que estás relajado allí, sentado en una bonita y cómoda silla, tratando de asimilar lo que te rodea cuando, de repente, sientes un cosquilleo en el pie. Pero lo extraño es que no parece que ninguno de tus amigos se haya acercado a hacerte cosquillas en el pie. Sería una situación bastante extraña, sentir este cosquilleo aparentemente sin origen y aislado. Esto es lo que ocurre con los bebés.

Parece que los bebés viven en un mundo en el que lo único que registran sobre los toques en el cuerpo, es que ocurren en el cuerpo. De hecho, los bebés tienen mucho más talento que nosotros para identificar en qué parte del cuerpo se produce un toque. Por alguna razón, cuando un adulto cruza los brazos o las piernas, les resulta mucho más difícil identificar correctamente el origen del toque. Los bebés son mucho más precisos a la hora de localizar el origen del toque, lo que en un experimento demostraron moviendo el pie que tocó el experimentador. Sin embargo, esta mayor capacidad desaparece alrededor de los seis meses.

Lo que hace que esto sea interesante es que nos muestra que los bebés tienen una mayor capacidad para localizar un toque en su cuerpo que se desvanece después de unos pocos meses. Podría tratarse de un periodo crítico para el desarrollo somatosensorial de los bebés o de una adaptación evolutiva que probablemente era más útil hace muchas generaciones.

Saliendo del ámbito de la especulación, lo que es definitivo es que los bebés no pueden asociar a la persona que les toca con el propio tacto. Esto puede ser decepcionante para las familias, o al menos para aquellas que creen que sus bebés tienen una afinidad especial por su tacto. Por muy desgarrador que sea, lamentablemente no es así, y la respuesta de cualquier bebé al tacto de una persona se debe probablemente a su interpretación personal del tacto o a sus instintos naturales.

Si bien este estudio revela de forma deprimente que los bebés no están realmente tan vinculados emocionalmente a nosotros en lo que se refiere a sus sensaciones físicas, nos da más información sobre cómo se desarrolla el sentido del tacto durante los primeros años.

http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0960982215010714

Tickled Pink? Why Babies Don’t Experience Tickles the Way We Think They Do

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