Fuentes de la lluvia ácida
La lluvia ácida es causada por una reacción química que comienza cuando compuestos como el dióxido de azufre y los óxidos de nitrógeno se liberan en el aire. Estas sustancias pueden elevarse muy alto en la atmósfera, donde se mezclan y reaccionan con el agua, el oxígeno y otras sustancias químicas para formar contaminantes más ácidos, conocidos como lluvia ácida. El dióxido de azufre y los óxidos de nitrógeno se disuelven muy fácilmente en el agua y pueden ser transportados muy lejos por el viento. Como resultado, los dos compuestos pueden viajar largas distancias donde se convierten en parte de la lluvia, el aguanieve, la nieve y la niebla que experimentamos en ciertos días.
Las actividades humanas son la principal causa de la lluvia ácida. En las últimas décadas, los seres humanos han liberado tantas sustancias químicas diferentes en el aire que han cambiado la mezcla de gases en la atmósfera. Las centrales eléctricas liberan la mayor parte del dióxido de azufre y gran parte de los óxidos de nitrógeno cuando queman combustibles fósiles, como el carbón, para producir electricidad. Además, los gases de escape de los coches, camiones y autobuses liberan en el aire óxidos de nitrógeno y dióxido de azufre. Estos contaminantes causan la lluvia ácida.
La lluvia ácida está causada por reacciones en el medio ambiente
La naturaleza depende del equilibrio, y aunque algunas lluvias son naturalmente ácidas, con un nivel de pH de alrededor de 5,0, las actividades humanas las han empeorado. Las precipitaciones normales -como la lluvia, el aguanieve o la nieve- reaccionan con sustancias químicas alcalinas, o materiales no ácidos, que pueden encontrarse en el aire, los suelos, el lecho de roca, los lagos y los arroyos. Estas reacciones suelen neutralizar los ácidos naturales. Sin embargo, si la precipitación se vuelve demasiado ácida, estos materiales pueden no ser capaces de neutralizar todos los ácidos. Con el tiempo, estos materiales neutralizadores pueden ser arrastrados por la lluvia ácida. Esto puede dañar los cultivos, los árboles, los lagos, los ríos y los animales.