Sirena, sireno masculino, criatura marina de fábula con la cabeza y la parte superior del cuerpo de un ser humano y la cola de un pez. Seres divinos o semidivinos similares aparecen en las mitologías antiguas (por ejemplo, el dios del mar caldeo Ea, u Oannes). En el folclore europeo, las sirenas y los tritones eran seres naturales que, como las hadas, tenían poderes mágicos y proféticos. Les gustaba la música y solían cantar. Aunque eran muy longevas, eran mortales y no tenían alma.
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Muchos cuentos populares registran matrimonios entre sirenas (que pueden asumir forma humana) y hombres. En la mayoría, el hombre roba el gorro o el cinturón de la sirena, su peine o su espejo. Mientras los objetos están escondidos, ella vive con él; si los encuentra, vuelve enseguida al mar. En algunas variantes el matrimonio dura mientras se cumplen ciertas condiciones acordadas, y termina cuando las condiciones se rompen.
Aunque a veces son amables, las sirenas y los sirenos solían ser peligrosos para el hombre. Sus dones traían la desgracia y, si se les ofendía, los seres provocaban inundaciones u otros desastres. Ver una en un viaje era un presagio de naufragio. A veces atraían a los mortales a la muerte por ahogamiento, como hizo la Lorelei del Rin, o seducían a los jóvenes para que vivieran con ellas bajo el agua, como hizo la sirena cuya imagen está tallada en un banco de la iglesia de Zennor, Cornualles, Inglaterra.
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Mamíferos acuáticos, como el dugongo y el manatí, que amamantan a sus crías de forma humana por encima del agua, son considerados por algunos como la base de estas leyendas.