Logotipo del Objetivo de Desarrollo del Milenio 5: Mejorar la salud materna y reproductiva
Las mujeres experimentan muchos problemas de salud únicos relacionados con la reproducción y la sexualidad, y estos son responsables de un tercio de todos los problemas de salud experimentados por las mujeres durante sus años reproductivos (entre 15 y 44 años), de los cuales las relaciones sexuales de riesgo son un factor de riesgo importante, especialmente en los países en desarrollo. La salud reproductiva incluye un amplio abanico de cuestiones, como la salud y el funcionamiento de las estructuras y sistemas que intervienen en la reproducción, el embarazo, el parto y la crianza de los hijos, incluida la atención prenatal y perinatal. La salud mundial de la mujer se centra mucho más en la salud reproductiva que en la de los países desarrollados, pero también en las enfermedades infecciosas como la malaria en el embarazo y las enfermedades no transmisibles (ENT). Muchos de los problemas a los que se enfrentan las mujeres y las niñas de las regiones con pocos recursos son relativamente desconocidos en los países desarrollados, como la mutilación genital femenina, y además carecen de acceso a los recursos diagnósticos y clínicos adecuados.
- Salud maternaEditar
- Muerte maternaEditar
- Complicaciones del embarazoEditar
- Fístula obstétricaEditar
- Salud sexualEditar
- AnticoncepciónEditar
- AbortoEditar
- Infecciones de transmisión sexualEditar
- Mutilación genital femeninaEditar
- InfertilidadEditar
- Matrimonio infantilEditar
- Ciclo menstrualEditar
- Otros temasEditar
Salud maternaEditar
El embarazo presenta importantes riesgos para la salud, incluso en los países desarrollados, y a pesar de los avances en la ciencia y la práctica obstétricas. La mortalidad materna sigue siendo un problema importante en la salud mundial y se considera un evento centinela para juzgar la calidad de los sistemas de atención sanitaria. El embarazo en la adolescencia representa un problema particular, ya sea intencionado o no, y ya sea dentro del matrimonio o de una unión o no. El embarazo provoca cambios importantes en la vida de la niña, tanto física como emocional, social y económicamente, y pone en peligro su transición a la edad adulta. El embarazo en la adolescencia, la mayoría de las veces, se debe a la falta de opciones de la niña. o al abuso. El matrimonio infantil (véase más adelante) es uno de los principales responsables en todo el mundo, ya que el 90% de los nacimientos de niñas de 15 a 19 años se producen dentro del matrimonio.
Muerte maternaEditar
En 2013 murieron unas 289.000 mujeres (800 al día) en el mundo por causas relacionadas con el embarazo, con grandes diferencias entre los países desarrollados y los que están en vías de desarrollo. La mortalidad materna en las naciones occidentales había descendido de forma constante y es objeto de informes y revisiones anuales. Sin embargo, entre 1987 y 2011, la mortalidad materna en Estados Unidos aumentó de 7,2 a 17,8 muertes por cada 100.000 nacidos vivos, lo que se refleja en la Tasa de Mortalidad Materna (TMM). En cambio, en el resto del mundo se registran tasas de hasta 1.000 por nacimiento, siendo las más elevadas las de África subsahariana y Asia meridional, donde se produce el 86% de estas muertes. Estas muertes rara vez se investigan, aunque la Organización Mundial de la Salud considera que el 99% de estas muertes, la mayoría de las cuales se producen en las 24 horas siguientes al parto, son evitables si se dispusiera de la infraestructura, la formación y las instalaciones adecuadas. En estos países de escasos recursos, la salud materna se ve aún más mermada por la pobreza y los factores económicos adversos que repercuten en las carreteras, las instalaciones sanitarias, los equipos y los suministros, además del limitado personal cualificado. Otros problemas son las actitudes culturales hacia la sexualidad, la anticoncepción, el matrimonio infantil, el parto en casa y la capacidad de reconocer las urgencias médicas. Las causas directas de estas muertes maternas son las hemorragias, la eclampsia, el parto obstruido, la sepsis y el aborto no cualificado. Además, la malaria y el sida complican el embarazo. En el periodo 2003-2009 la hemorragia fue la principal causa de muerte, representando el 27% de las muertes en los países en desarrollo y el 16% en los países desarrollados.
La salud no reproductiva sigue siendo un importante factor de predicción de la salud materna. En Estados Unidos, las principales causas de muerte materna son las enfermedades cardiovasculares (15% de las muertes), los trastornos endocrinos, respiratorios y gastrointestinales, las infecciones, las hemorragias y los trastornos hipertensivos del embarazo (Gronowski y Schindler, Tabla II).
En el año 2000, las Naciones Unidas crearon el Objetivo de Desarrollo del Milenio (ODM) 5 para mejorar la salud materna. La meta 5A pretendía reducir la mortalidad materna en tres cuartas partes desde 1990 hasta 2015, utilizando dos indicadores, el 5.1 la RMM y el 5.2 la proporción de partos atendidos por personal sanitario cualificado (médico, enfermera o matrona). Los primeros informes indicaban que el ODM 5 era el que menos había avanzado de todos los ODM. Para la fecha límite de 2015, la tasa de mortalidad materna sólo se había reducido en un 45%, de 380 a 210, la mayor parte de la cual se produjo después de 2000. Sin embargo, esta mejora se produjo en todas las regiones, pero las RMM más altas seguían estando en África y Asia, aunque en el sur de Asia se produjo el mayor descenso, de 530 a 190 (64%). El menor descenso se produjo en los países desarrollados, de 26 a 16 (37%). En cuanto a los nacimientos asistidos, la proporción aumentó en todo el mundo del 59 al 71%. Aunque las cifras eran similares tanto en las regiones desarrolladas como en las que están en vías de desarrollo, había grandes variaciones en estas últimas, desde el 52% en Asia meridional hasta el 100% en Asia oriental. El riesgo de morir durante el embarazo en los países en desarrollo sigue siendo catorce veces mayor que en los países desarrollados, pero en el África subsahariana, donde la tasa de mortalidad materna es más alta, el riesgo es 175 veces mayor. A la hora de establecer las metas de los ODM, se consideró que el parto asistido por personal cualificado era una estrategia clave, pero también un indicador del acceso a la atención sanitaria y que refleja estrechamente las tasas de mortalidad. También hay marcadas diferencias dentro de las regiones, ya que la tasa es un 31% más baja en las zonas rurales de los países en desarrollo (56 frente a 87%), aunque no hay diferencia en Asia oriental, pero sí en África central (32 frente a 84%). Con la finalización de la campaña de los ODM en 2015, se establecen nuevas metas para 2030 en el marco de la campaña de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La salud materna se incluye en el Objetivo 3, Salud, con la meta de reducir la tasa de mortalidad materna mundial a menos de 70. Entre las herramientas que se están desarrollando para alcanzar estos objetivos se encuentra la Lista de Verificación de Parto Seguro de la OMS.
Las mejoras en la salud materna, además de la asistencia profesional en el parto, requerirán atención prenatal de rutina, atención obstétrica básica de emergencia, incluyendo la disponibilidad de antibióticos, oxitócicos, anticonvulsivos, la capacidad de extraer manualmente una placenta retenida, realizar partos instrumentados y atención posparto. Las investigaciones han demostrado que los programas más eficaces son los que se centran en la educación de las pacientes y la comunidad, la atención prenatal, la obstetricia de urgencia (incluido el acceso a las cesáreas) y el transporte. Al igual que con la salud de la mujer en general, las soluciones a la salud materna requieren una visión amplia que abarque muchos de los otros objetivos de los ODM, como la pobreza y la situación, y dado que la mayoría de las muertes se producen en el periodo intraparto inmediato, se ha recomendado que la atención intraparto (parto) sea una estrategia central. La OMS publicó nuevas directrices sobre la atención prenatal en noviembre de 2016.
Complicaciones del embarazoEditar
Además de las muertes que se producen en el embarazo y el parto, el embarazo puede provocar muchos problemas de salud no mortales, como fístulas obstétricas, embarazo ectópico, parto prematuro, diabetes gestacional, hiperémesis gravídica, estados hipertensivos, incluida la preeclampsia, y anemia. En todo el mundo, las complicaciones del embarazo superan ampliamente a las muertes maternas, ya que se calcula que hay 9,5 millones de casos de enfermedades relacionadas con el embarazo y 1,4 millones de casi muertes (supervivencia a complicaciones graves que ponen en peligro la vida). Las complicaciones del embarazo pueden ser físicas, mentales, económicas y sociales. Se calcula que entre 10 y 20 millones de mujeres desarrollarán discapacidades físicas o mentales cada año, como consecuencia de las complicaciones del embarazo o de una atención inadecuada. En consecuencia, los organismos internacionales han elaborado normas para la atención obstétrica.
Fístula obstétricaEditar
De los sucesos cercanos, las fístulas obstétricas (OF), incluidas las vesicovaginales y rectovaginales, siguen siendo uno de los más graves y trágicos. Aunque la cirugía correctiva es posible, a menudo no está disponible y las fístulas obstétricas se consideran completamente prevenibles. Si se repara, los embarazos posteriores requerirán una cesárea. Aunque es inusual en los países desarrollados, se calcula que cada año se producen hasta 100.000 casos en el mundo, y que en la actualidad hay unos 2 millones de mujeres que padecen esta afección, con la mayor incidencia en África y partes de Asia. La OF es el resultado de un parto obstruido prolongado sin intervención, cuando la presión continuada del feto en el canal del parto restringe el suministro de sangre a los tejidos circundantes, con la consiguiente muerte, necrosis y expulsión del feto. Los órganos pélvicos dañados desarrollan entonces una conexión (fístula) que permite que la orina o las heces, o ambas, salgan por la vagina, con incontinencia urinaria y fecal asociadas, estenosis vaginal, daños nerviosos e infertilidad. También es probable que se produzcan graves consecuencias sociales y mentales, con el rechazo de las mujeres. Además de la falta de acceso a los cuidados, las causas son la edad temprana y la desnutrición. El FNUAP ha hecho de la prevención de la fístula una prioridad y es el organismo principal de la Campaña para la Erradicación de la Fístula, que publica informes anuales y las Naciones Unidas celebran cada año el 23 de mayo como Día Internacional para la Erradicación de la Fístula Obstétrica. La prevención incluye desalentar el embarazo adolescente y el matrimonio infantil, una nutrición adecuada y el acceso a la atención especializada, incluida la cesárea.
Salud sexualEditar
AnticoncepciónEditar
La capacidad de decidir si se queda embarazada y cuándo, es vital para la autonomía y el bienestar de la mujer, y la anticoncepción puede proteger a las niñas y a las mujeres jóvenes de los riesgos de un embarazo precoz y a las mujeres mayores de los mayores riesgos de un embarazo no deseado. Un acceso adecuado a la anticoncepción puede limitar los embarazos múltiples, reducir la necesidad de abortos potencialmente inseguros y reducir la mortalidad y morbilidad materna e infantil. Algunas formas de anticoncepción de barrera, como los preservativos, también reducen el riesgo de infecciones de transmisión sexual y de VIH. El acceso a la anticoncepción permite a las mujeres tomar decisiones informadas sobre su salud reproductiva y sexual, aumenta su empoderamiento y mejora sus opciones de educación, carrera y participación en la vida pública. A nivel social, el acceso a la anticoncepción es un factor clave para controlar el crecimiento de la población, con el consiguiente impacto en la economía, el medio ambiente y el desarrollo regional. En consecuencia, las Naciones Unidas consideran que el acceso a la anticoncepción es un derecho humano fundamental para la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer, que salva vidas y reduce la pobreza, y el control de la natalidad ha sido considerado uno de los 10 grandes logros de la salud pública del siglo XX.
Para optimizar el control de las mujeres sobre el embarazo, es esencial que el asesoramiento y los medios anticonceptivos culturalmente apropiados estén disponibles de forma amplia, fácil y asequible para cualquier persona que sea sexualmente activa, incluidos los adolescentes. En muchas partes del mundo, el acceso a la anticoncepción y a los servicios de planificación familiar es muy difícil o inexistente, e incluso en los países desarrollados las tradiciones culturales y religiosas pueden crear barreras de acceso. El uso de métodos anticonceptivos adecuados por parte de las mujeres sólo ha aumentado ligeramente entre 1990 y 2014, con una considerable variabilidad regional. Aunque el uso global es de alrededor del 55%, puede ser tan bajo como el 25% en África. En todo el mundo, 222 millones de mujeres no tienen acceso a la anticoncepción o lo tienen de forma limitada. Es necesario tener cierta precaución a la hora de interpretar los datos disponibles, ya que la prevalencia del uso de anticonceptivos suele definirse como «el porcentaje de mujeres que utilizan actualmente cualquier método anticonceptivo entre todas las mujeres en edad reproductiva (es decir, las que tienen entre 15 y 49 años, a menos que se indique lo contrario) que están casadas o en pareja». El grupo «en unión» incluye a las mujeres que viven con su pareja en el mismo hogar y que no están casadas según las leyes o costumbres matrimoniales de un país». Esta definición es más adecuada para el concepto más restrictivo de planificación familiar, pero omite las necesidades de anticoncepción de todas las demás mujeres y niñas que son o pueden ser sexualmente activas, corren el riesgo de quedar embarazadas y no están casadas o «en unión libre».
Tres metas relacionadas con el ODM5 eran la tasa de natalidad en adolescentes, la prevalencia del uso de anticonceptivos y la necesidad insatisfecha de planificación familiar (donde prevalencia+necesidad insatisfecha = necesidad total), que fueron supervisadas por la División de Población del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU. El uso de anticonceptivos formaba parte del Objetivo 5B (acceso universal a la salud reproductiva), como indicador 5.3. La evaluación del ODM 5 en 2015 mostró que entre las parejas el uso había aumentado en todo el mundo del 55% al 64%. con uno de los mayores aumentos en el África subsahariana (del 13 al 28%). El corolario, la necesidad insatisfecha, disminuyó ligeramente en todo el mundo (del 15 al 12%). En 2015 estas metas pasaron a formar parte del ODS5 (igualdad de género y empoderamiento) bajo la Meta 5.6: Garantizar el acceso universal a la salud sexual y reproductiva y a los derechos reproductivos, donde el Indicador 5.6.1 es la proporción de mujeres de 15 a 49 años que toman sus propias decisiones informadas respecto a las relaciones sexuales, el uso de anticonceptivos y la atención a la salud reproductiva (p. 31).
Siguen existiendo importantes barreras para el acceso a la anticoncepción para muchas mujeres, tanto en las regiones en desarrollo como en las desarrolladas. Entre ellas se encuentran las barreras legislativas, administrativas, culturales, religiosas y económicas, además de las relacionadas con el acceso y la calidad de los servicios sanitarios. Gran parte de la atención se ha centrado en la prevención de los embarazos en adolescentes. El Instituto de Desarrollo de Ultramar (ODI) ha identificado una serie de barreras clave, tanto del lado de la oferta como de la demanda, entre las que se encuentran la interiorización de los valores socioculturales, la presión de los miembros de la familia y las barreras cognitivas (falta de conocimiento), que es necesario abordar. Incluso en las regiones desarrolladas, muchas mujeres, sobre todo las desfavorecidas, pueden enfrentarse a importantes dificultades de acceso que pueden ser financieras y geográficas, pero también pueden sufrir discriminación religiosa y política. Las mujeres también han organizado campañas contra formas de anticoncepción potencialmente peligrosas, como los dispositivos intrauterinos (DIU) defectuosos, especialmente el Dalkon Shield.
AbortoEditar
El aborto es la interrupción intencionada del embarazo, frente a la interrupción espontánea (aborto natural). El aborto está estrechamente relacionado con la anticoncepción en lo que respecta al control y la regulación de la reproducción por parte de las mujeres, y suele estar sujeto a limitaciones culturales, religiosas, legislativas y económicas similares. Cuando el acceso a la anticoncepción es limitado, las mujeres recurren al aborto. En consecuencia, las tasas de aborto pueden utilizarse para estimar las necesidades insatisfechas de anticoncepción. Sin embargo, los procedimientos disponibles han conllevado un gran riesgo para las mujeres a lo largo de la mayor parte de la historia, y todavía lo hacen en el mundo en desarrollo, o donde las restricciones legales obligan a las mujeres a buscar instalaciones clandestinas. El acceso al aborto legal y seguro supone una carga excesiva para los grupos socioeconómicos más bajos y en las jurisdicciones que crean importantes barreras. Estas cuestiones han sido con frecuencia objeto de campañas políticas y feministas en las que los distintos puntos de vista contraponen la salud a los valores morales.
A nivel mundial, en 2005 se produjeron 87 millones de embarazos no deseados, de los cuales 46 millones recurrieron al aborto, de los cuales 18 millones fueron considerados inseguros, lo que provocó 68.000 muertes. La mayoría de estas muertes se produjeron en el mundo en desarrollo. Las Naciones Unidas consideran que son evitables con el acceso al aborto seguro y a la atención postaborto. Mientras que las tasas de aborto han disminuido en los países desarrollados, pero no en los países en desarrollo. Entre 2010-2014 se produjeron 35 abortos por cada 1000 mujeres de entre 15 y 44 años, un total de 56 millones de abortos al año. Las Naciones Unidas han preparado recomendaciones para que el personal sanitario proporcione un aborto y una atención postaborto más accesibles y seguros. Una parte inherente a la atención post-aborto implica la provisión de anticonceptivos adecuados.
Infecciones de transmisión sexualEditar
Entre los problemas de salud sexual importantes para las mujeres se encuentran las infecciones de transmisión sexual (ITS) y la mutilación genital femenina (MGF). Las ITS son una prioridad sanitaria mundial porque tienen graves consecuencias para las mujeres y los niños. La transmisión de madre a hijo de las ITS puede provocar mortinatos, muertes neonatales, bajo peso al nacer y prematuridad, sepsis, neumonía, conjuntivitis neonatal y deformidades congénitas. La sífilis en el embarazo provoca más de 300.000 muertes fetales y neonatales al año, y 215.000 recién nacidos con un mayor riesgo de muerte por prematuridad, bajo peso al nacer o enfermedades congénitas.
Enfermedades como la clamidia y la gonorrea son también causas importantes de enfermedad inflamatoria pélvica (EIP) y posterior infertilidad en las mujeres. Otra consecuencia importante de algunas ITS, como el herpes genital y la sífilis, es que triplican el riesgo de contraer el VIH, y también pueden influir en la progresión de su transmisión. En todo el mundo, las mujeres y las niñas corren un mayor riesgo de contraer el VIH/SIDA. A su vez, las ITS se asocian a una actividad sexual insegura y a menudo no consentida.
Mutilación genital femeninaEditar
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la mutilación genital femenina (también denominada ablación) como «todos los procedimientos que implican la extirpación parcial o total de los genitales externos femeninos u otras lesiones de los órganos genitales femeninos por razones no médicas». A veces se ha denominado circuncisión femenina, aunque este término es engañoso porque implica que es análogo a la circuncisión del prepucio del pene masculino. En consecuencia, se adoptó el término mutilación para subrayar la gravedad del acto y su carácter de violación de los derechos humanos. Posteriormente, se avanzó con el término ablación para evitar ofender la sensibilidad cultural que interferiría en el diálogo para el cambio. Para reconocer estos puntos de vista, algunos organismos utilizan el término compuesto mutilación genital femenina/ablación (FMG/C).
Ha afectado a más de 200 millones de mujeres y niñas que viven en la actualidad. La práctica se concentra en unos 30 países de África, Oriente Medio y Asia. La mutilación genital femenina afecta a muchas confesiones religiosas, nacionalidades y clases socioeconómicas y es muy controvertida. Los principales argumentos esgrimidos para justificar la mutilación genital femenina son la higiene, la fertilidad, la preservación de la castidad, un importante rito de iniciación, la posibilidad de contraer matrimonio y el aumento del placer sexual de la pareja masculina. La cantidad de tejido extirpado varía considerablemente, lo que ha llevado a la OMS y a otros organismos a clasificar la ablación en cuatro tipos. Estos van desde la extirpación parcial o total del clítoris con o sin el prepucio (clitoridectomía) en el Tipo I, hasta la extirpación adicional de los labios menores, con o sin escisión de los labios mayores (Tipo II), pasando por el estrechamiento del orificio vaginal (introito) con la creación de un sello de cobertura mediante la sutura del tejido labial restante sobre la uretra y el introito, con o sin escisión del clítoris (infibulación). En este tipo se crea una pequeña abertura para permitir la salida de la orina y la sangre menstrual. El tipo 4 implica todos los demás procedimientos, normalmente alteraciones relativamente menores como la perforación.
Aunque es defendida por aquellas culturas en las que constituye una tradición, la ablación genital femenina cuenta con la oposición de muchas organizaciones médicas y culturales por considerarla innecesaria y perjudicial. Los efectos en la salud a corto plazo pueden incluir hemorragias, infecciones, sepsis e incluso provocar la muerte, mientras que los efectos a largo plazo incluyen dispareunia, dismenorrea, vaginitis y cistitis. Además, la CGF provoca complicaciones en el embarazo, el parto y el alumbramiento. Para abrir el tejido cicatrizado puede ser necesaria la reversión (defibulación) por parte de personal cualificado. Entre los que se oponen a esta práctica se encuentran grupos locales de base y organizaciones nacionales e internacionales como la OMS, UNICEF, el UNFPA y Amnistía Internacional. Los esfuerzos legislativos para prohibir la mutilación genital femenina rara vez han tenido éxito y el enfoque preferido es la educación y el empoderamiento y el suministro de información sobre los efectos adversos para la salud, así como los aspectos de los derechos humanos.
Se ha avanzado, pero las niñas de 14 años o menos representan 44 millones de las que han sido sometidas a la ablación, y en algunas regiones el 50% de todas las niñas de 11 años o menos han sido cortadas. Acabar con la mutilación genital femenina se ha considerado uno de los objetivos necesarios para alcanzar las metas de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, mientras que las Naciones Unidas han declarado el fin de la mutilación genital femenina como una meta de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y para que el 6 de febrero se conozca como el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, concentrándose en 17 países africanos y en los 5 millones de niñas de entre 15 y 19 años que, de otro modo, serían sometidas a la ablación para el año 2030.
InfertilidadEditar
En Estados Unidos, la infertilidad afecta a 1,5 millones de parejas. Muchas parejas buscan tecnología de reproducción asistida (ART) para la infertilidad. En Estados Unidos, en 2010, se llevaron a cabo 147.260 procedimientos de fecundación in vitro (FIV), con el resultado de 47.090 nacidos vivos. En 2013 estas cifras habían aumentado a 160.521 y 53.252. Sin embargo, aproximadamente la mitad de los embarazos por FIV dan lugar a partos múltiples, que a su vez se asocian a un aumento de la morbilidad y la mortalidad de la madre y el bebé. Entre las causas se encuentran el aumento de la presión arterial materna, los partos prematuros y el bajo peso al nacer. Además, cada vez hay más mujeres que esperan más tiempo para concebir y que recurren a las TRA.
Matrimonio infantilEditar
El matrimonio infantil (incluyendo la unión o cohabitación) se define como el matrimonio por debajo de los dieciocho años y es una costumbre antigua. En 2010 se calculaba que 67 millones de mujeres, entonces veinteañeras, se habían casado antes de cumplir los dieciocho años, y que 150 millones lo harían en la próxima década, lo que equivale a 15 millones por año. Esta cifra había aumentado a 70 millones en 2012. En los países en desarrollo, un tercio de las niñas se casan antes de la edad, y 1 de cada 9 antes de los 15 años. La práctica es más común en el sur de Asia (48% de las mujeres), África (42%) y América Latina y el Caribe (29%). La mayor prevalencia se da en el África occidental y subsahariana. El porcentaje de niñas casadas antes de los dieciocho años llega al 75% en países como Níger (Nour, Tabla I). La mayoría de los matrimonios infantiles afectan a las niñas. Por ejemplo, en Malí la proporción de niñas respecto a los niños es de 72:1, mientras que en países como Estados Unidos la proporción es de 8:1. El matrimonio puede producirse desde el nacimiento, y la niña es enviada a casa de su marido a partir de los siete años.
Hay una serie de factores culturales que refuerzan esta práctica. Entre ellos, el futuro económico de la niña, su dote, los lazos sociales y el estatus social, la prevención de las relaciones sexuales prematrimoniales, los embarazos extramatrimoniales y las enfermedades de transmisión sexual. Los argumentos en contra incluyen la interrupción de la educación y la pérdida de perspectivas de empleo, y por tanto de estatus económico, así como la pérdida de la infancia normal y su maduración emocional y el aislamiento social. El matrimonio infantil coloca a la niña en una relación en la que se encuentra en un importante desequilibrio de poder y perpetúa la desigualdad de género que contribuyó a la práctica en primer lugar. Además, en el caso de las menores, están las cuestiones de los derechos humanos, la actividad sexual no consentida y el matrimonio forzado, y un informe conjunto de 2016 de la OMS y la Unión Interparlamentaria sitúa ambos conceptos juntos como Matrimonio Infantil, Precoz y Forzado (MTPF), al igual que hizo la Cumbre de las Niñas de 2014 (ver más abajo). Además, los probables embarazos a una edad temprana se asocian a mayores riesgos médicos tanto para la madre como para el niño, a embarazos múltiples y a un menor acceso a la atención sanitaria, siendo el embarazo una de las principales causas de muerte entre las niñas de 15 a 19 años. Las niñas casadas menores de edad también tienen más probabilidades de ser víctimas de la violencia doméstica.
Ha habido un esfuerzo internacional para reducir esta práctica, y en muchos países los dieciocho años es la edad legal para casarse. Entre las organizaciones que realizan campañas para acabar con el matrimonio infantil se encuentran las Naciones Unidas y sus organismos, como la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, el FNUAP, el UNICEF y la OMS. Al igual que muchos problemas mundiales que afectan a la salud de las mujeres, la pobreza y la desigualdad de género son las causas fundamentales, y cualquier campaña para cambiar las actitudes culturales tiene que abordarlas. El matrimonio infantil es objeto de convenios y acuerdos internacionales como la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, 1979) (artículo 16) y la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y en 2014 se celebró en Londres una conferencia cumbre (Girl Summit) copatrocinada por UNICEF y el Reino Unido (véase la ilustración) para abordar esta cuestión junto con la mutilación genital femenina. Más tarde, ese mismo año, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución que, entre otras cosas,
Insta a todos los Estados a promulgar, aplicar y defender leyes y políticas destinadas a prevenir y poner fin al matrimonio infantil, precoz y forzado y a proteger a las personas en riesgo, y a garantizar que el matrimonio se celebre únicamente con el libre y pleno consentimiento de los futuros cónyuges (5 de septiembre de 2014)
Entre las organizaciones no gubernamentales (ONG) que trabajan para acabar con el matrimonio infantil se encuentran Girls not Brides, Young Women’s Christian Association (YWCA), el International Center for Research on Women (ICRW) y Human Rights Watch (HRW). Aunque no se incluyó explícitamente en los Objetivos de Desarrollo del Milenio originales, se ejerció una presión considerable para que se incluyera el fin del matrimonio infantil en los sucesivos Objetivos de Desarrollo Sostenible adoptados en septiembre de 2015, en los que poner fin a esta práctica para 2030 es una meta del ODS 5 Igualdad de género (véase más arriba). Aunque se están haciendo algunos progresos en la reducción del matrimonio infantil, sobre todo en el caso de las niñas menores de quince años, las perspectivas son desalentadoras. El indicador para ello será el porcentaje de mujeres de entre 20 y 24 años que se casaron o formaron una unión antes de los dieciocho años. Los esfuerzos para acabar con el matrimonio infantil incluyen la legislación y la garantía de su cumplimiento junto con el empoderamiento de las mujeres y las niñas. Para concienciar a la población, el Día Internacional de la Niña de la ONU inaugurado en 2012 se dedicó a poner fin al matrimonio infantil.
Ciclo menstrualEditar
Los ciclos menstruales de las mujeres, el ciclo aproximadamente mensual de cambios en el sistema reproductivo, pueden plantear desafíos significativos para las mujeres en sus años reproductivos (los primeros años de la adolescencia hasta aproximadamente los 50 años de edad). Entre ellos se encuentran los cambios fisiológicos que pueden afectar a la salud física y mental, los síntomas de la ovulación y el desprendimiento regular del revestimiento interno del útero (endometrio) acompañado de un sangrado vaginal (menstruación). El inicio de la menstruación (menarquia) puede ser alarmante para las niñas no preparadas y confundirse con una enfermedad. La menstruación puede suponer una carga excesiva para las mujeres en cuanto a su capacidad para participar en actividades y al acceso a ayudas menstruales como tampones y compresas. Esto es especialmente grave entre los grupos socioeconómicos más pobres, donde pueden representar una carga económica, y en los países en desarrollo, donde la menstruación puede ser un impedimento para la educación de las niñas.
También son un reto para las mujeres los cambios fisiológicos y emocionales asociados al cese de la menstruación (menopausia o climaterio). Aunque suele producirse gradualmente hacia el final de la quinta década de la vida, marcada por un sangrado irregular, el cese de la ovulación y la menstruación se acompaña de marcados cambios en la actividad hormonal, tanto del propio ovario (estrógenos y progesterona) como de la glándula pituitaria (hormona estimulante del folículo o FSH y hormona luteinizante o LH). Estos cambios hormonales pueden asociarse tanto a sensaciones sistémicas, como los sofocos, como a cambios locales en el aparato reproductor, como la reducción de las secreciones vaginales y la lubricación. Aunque la menopausia puede suponer un alivio de los síntomas de la menstruación y del miedo al embarazo, también puede ir acompañada de cambios emocionales y psicológicos asociados al simbolismo de la pérdida de la fertilidad y a un recordatorio del envejecimiento y de la posible pérdida de deseabilidad. Aunque la menopausia suele producirse de forma natural como proceso fisiológico, puede producirse antes (menopausia prematura) como resultado de una enfermedad o de una intervención médica o quirúrgica. Cuando la menopausia ocurre prematuramente las consecuencias adversas pueden ser más graves.
Otros temasEditar
Otros temas de salud reproductiva y sexual incluyen la educación sexual, la pubertad, la sexualidad y la función sexual. Las mujeres también experimentan una serie de cuestiones relacionadas con la salud de sus mamas y su aparato genital, que entran en el ámbito de la ginecología.