Síndrome de Dressler: Manejo y tratamiento

¿Cómo se trata el síndrome de Dressler?

El síndrome de Dressler puede tratarse con medicamentos. Los medicamentos antiinflamatorios pueden reducir el dolor y la inflamación asociados a la pericarditis. El tratamiento principal suele ser la aspirina u otros antiinflamatorios no esteroideos (AINE) como el ibuprofeno o el naproxeno. Dos esquemas de dosificación comúnmente utilizados son:

  • Aspirina en dosis altas, de 750 mg a 1.000 mg cada seis a ocho horas. La dosis se reduce cada semana a medida que disminuyen los síntomas de la pericarditis. El tiempo total de tratamiento suele ser de tres a cuatro semanas.
  • Ibuprofeno, 600 a 800 mg cada seis a ocho horas. La dosis se reduce cada semana a medida que disminuyen los síntomas de la pericarditis. La duración total del tratamiento suele ser de tres a cuatro semanas.

Otros medicamentos que a veces se prueban son la colchicina y los esteroides (especialmente para los pacientes que no toleran la aspirina o los AINE o cuyos síntomas no han respondido a ellos).

La cirugía puede ser necesaria si se producen complicaciones o el paciente no responde a la medicación. Un procedimiento quirúrgico denominado pericardiocentesis drena el líquido del pericardio.

¿Cuáles son algunas de las complicaciones asociadas al síndrome de Dressler?

En raras ocasiones, las complicaciones asociadas al síndrome de Dressler pueden poner en peligro la vida. Por eso es importante buscar un diagnóstico y tratamiento rápidos.

Las complicaciones pueden incluir

  • Taponamiento cardíaco. Compresión severa del corazón que interfiere con su capacidad de funcionamiento. Causado por la acumulación de un exceso de líquido en el pericardio, que ejerce una presión adicional sobre el corazón. La presión arterial desciende cuando la sangre no puede llenar el corazón. Puede ser mortal si no se trata.
  • Pericarditis constrictiva. Deterioro de la función del corazón debido al endurecimiento y/o engrosamiento del pericardio. El corazón puede quedar comprimido, lo que puede hacer que la sangre retroceda hacia los pulmones.
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