Los quistes del conducto nasopalatino son quistes que se forman en la región del canal incisivo del maxilar y se originan en el conducto nasopalatino, o en sus restos; estos quistes no tienen relación directa con los dientes, pero, en su crecimiento, pueden invadir los ápices incisivos. Aunque se observan ocasionalmente en los exámenes radiográficos de la zona de los incisivos del maxilar, los quistes del conducto nasopalatino a menudo se interpretan erróneamente como quistes dentales, o como forámenes incisivos agrandados; también se han considerado erróneamente como senos paranasales supernumerarios. Por lo tanto, antes se creía que eran muy raros, pero, con un diagnóstico adecuado, se descubrirán con más frecuencia que hasta ahora.
Anatomía regional
Hay una ligera depresión en el suelo de cada fosa nasal, unos dos centímetros posterior al margen interno de la fosa nasal, y en yuxtaposición al tabique nasal. Esta depresión desemboca en un pequeño canal, el canal nasopalatino o incisivo, cuya mucosa de revestimiento es continua con la del meato nasal inferior. El canal de cada lado se dirige hacia delante de forma oblicua, convergiendo hacia el tabique nasal, y luego desciende en dirección vertical para pasar por el foramen incisivo en forma de Y o canal palatino anterior en el paladar duro. El canal termina en el paladar en la papila palatina (Figs. 1 y 2). Según Piersol (1), estos canales suelen ser independientes, aunque pueden unirse para formar un único canal incisivo. Son cerrados e impermeables, pero ocasionalmente se mantiene la comunicación entre las cavidades nasal y oral. En la membrana mucosa del paladar duro, en la línea mediana, justo después de los dientes incisivos centrales, hay una ligera protuberancia de unos dos por cuatro milímetros que se denomina papila palatina y que cubre la boca del canal incisivo; las rugosidades del paladar están situadas a ambos lados de esta papila (Fig. 2). Aunque la fusión de las apófisis palatinas de los maxilares divide la cavidad oral de la nasal, en los primeros años de la vida fetal existe una comunicación entre estas cavidades en sentido anterior a través de los conductos nasopalatinos. Sin embargo, en la gran mayoría de los casos, estos conductos se obliteran y quedan como cordones impermeables de células epiteliales, continuando con el epitelio del paladar duro en un extremo, y con el epitelio ciliado de la fosa nasal en el otro. Rawengel (2), en sus estudios embriológicos, reveló tres conjuntos de tejidos epiteliales en la región maxilar anterior: primero, el del conducto nasopalatino y sus restos celulares; segundo, un cordón epitelial medio en el canal incisivo común, y tercero, células epiteliales que se encuentran en la parte más posterior de la papila. En la mayoría de los casos, todos los restos celulares epiteliales, a excepción de los del conducto nasopalatino, desaparecen en el primer año de vida. Afirma que puede existir un saco ciego, ya sea de la cavidad nasal o bucal, o, si el conducto está obliterado en ambos extremos, su parte central puede volverse quística.