Los lepidópteros son el segundo orden más grande de la clase Insecta y comprenden aproximadamente 160.000 especies de mariposas y polillas clasificadas en unas 124 familias y subfamilias. Se han identificado propiedades venenosas en 12 de estas familias, lo que supone una grave amenaza para la salud humana. 1
Las manifestaciones clínicas de la envenenación por lepidópteros pueden abarcar desde síntomas sistémicos generales como fiebre y malestar abdominal; hasta afecciones focales más complejas que incluyen hemorragias, lesiones oftalmológicas e irritación de las vías respiratorias; pasando por reacciones menos graves de la piel, que son la presentación más común.1
Terminología
El lepidopterismo es el término utilizado para abordar un espectro clínico de manifestaciones sistémicas derivadas del contacto directo con mariposas o polillas venenosas y/o sus productos.2 Por el contrario, el erucismo es un término utilizado para describir las reacciones cutáneas localizadas tras el contacto directo con las toxinas de las orugas.
El lepidopterismo deriva de las raíces griegas lepis, que significa escama, y pteron, que significa ala. El término erucismo proviene de la palabra latina eruca, que significa larva.2
En realidad, el lepidopterismo debería referirse únicamente a las reacciones de las mariposas y polillas -formas adultas de insectos con alas escamosas- mientras que el erucismo debería referirse a las reacciones del contacto con las orugas -la forma larvaria de las mariposas y polillas-.
En el uso común, el lepidopterismo puede describir cualquier reacción de las orugas, polillas o mariposas adultas, así como cualquier caso de exposición a lepidópteros con manifestaciones sólo sistémicas, independientemente de los hallazgos cutáneos. Al mismo tiempo, el erucismo se ha definido como cualquier reacción de las orugas o cualquier reacción cutánea por contacto con orugas o polillas.2
Debido a que las orugas son la forma larvaria de las mariposas y polillas, las reacciones cutáneas asociadas a las orugas también se han denominado convenientemente dermatitis de oruga.1 En adelante, en este artículo, ambos términos, erucismo y dermatitis por orugas, se utilizarán indistintamente.
Envenenamiento por orugas
Las orugas causan la gran mayoría de los efectos adversos de las exposiciones a lepidópteros.2 La envenenación por orugas podría ser la más común del mundo dada la proximidad de las larvas al ser humano.3 Aunque puede producirse una afectación de los órganos internos (por ejemplo, insuficiencia renal), hemorragia cerebral y lesiones articulares, las manifestaciones cutáneas son más predominantes en la mayoría de las especies. El dolor localizado inicial, el edema y el eritema suelen estar presentes en el lugar de contacto directo y posteriormente progresan hacia lesiones maculopapulares o bullosas, erosiones, petequias, necrosis y ulceración, dependiendo de la especie agresora.1,4
Megalopyge opercularis
En los Estados Unidos, se han identificado más de 50 especies de orugas como venenosas o ponzoñosas.5 Megalopyge opercularis (Figura 1), la forma larvaria de la polilla de la franela, es una causa importante de dermatitis asociada a orugas en el sur de los Estados Unidos.6,7 Megalopyge opercularis también se conoce comúnmente como oruga del coño, chinche de la zarigüeya, babosa lanosa, el perrito, áspid de los árboles o áspid italiano.6 Este insecto lepidóptero se encuentra principalmente en el sureste y el centro-sur de los Estados Unidos, con especial abundancia en Texas, Luisiana y Florida.6,8 La oruga del minino tiene 2 generaciones al año; la primera se desarrolla durante los meses de junio a julio, y la segunda de septiembre a octubre, lo que conlleva riesgos sanitarios estacionales.6,8
Figura 1. A y B, Estado larvario de Megalopyge opercularis.