Cuando se tiene depresión o ansiedad, suele ser bastante claro. Te sientes nervioso o decaído y esa miseria está muy presente en tu mente. Pero, ¿qué significa tener una personalidad disfuncional? Esta es una pregunta mucho más complicada.
En primer lugar, como tantos términos en el campo de la psicología y la psiquiatría, el término personalidad es complicado. Una definición útil de trabajo de la personalidad es «los sistemas psicológicos organizados y en desarrollo dentro de un individuo». La pregunta que se desprende de esta definición es ¿cuáles son estos sistemas y cómo están organizados? Un esquema útil divide los sistemas psicológicos en tres amplios niveles: 1) temperamento; 2) adaptaciones características; y 3) identidad. El temperamento se refiere a los rasgos y disposiciones generales de una persona, y se han identificado cinco clases principales de rasgos (extraversión, neuroticismo, amabilidad, conciencia y apertura). Una vez que alguien llega a la edad de 25 años aproximadamente, sus rasgos suelen estabilizarse. Las adaptaciones de los rasgos se refieren a las formas en que las personas se ajustan y responden característicamente a su entorno. Recientemente, he argumentado que existen cinco sistemas de adaptación, a saber: 1) el sistema de hábitos; 2) el sistema experiencial; 3) el sistema relacional; 4) el sistema defensivo y 5) el sistema de justificación. El último estrato de la personalidad es su identidad, que se refiere a la amplia constelación de creencias y valores que un individuo tiene sobre sí mismo, sobre los demás y sobre el mundo, y a la forma en que éstos se reúnen en una auto-narrativa que justifica su existencia en relación con los demás.
Entonces, ¿qué hace que una personalidad sea disfuncional? Primero, consideremos lo que queremos decir con la palabra «funcional». Un individuo es funcional cuando es capaz de trabajar eficazmente hacia la realización de estados meta valorados, dados los estresores y las asequibilidades a las que se enfrenta.
Ahora bien, cuando los clínicos consideran el funcionamiento de la propia personalidad, se fijan especialmente en dos amplios dominios, el de la identidad y el de las relaciones interpersonales. Por lo tanto, la cuestión de qué es una personalidad disfuncional se reduce a preguntas sobre cómo funciona el individuo en estos dominios, especialmente cuando se enfrenta a factores de estrés. Hay cosas específicas que se pueden buscar.
Al examinar la identidad, se pueden evaluar los siguientes dominios: 1) El grado de integración e integridad en el autoconcepto, especialmente bajo estrés o coacción; y 2) la capacidad y calidad de la autodirección. Una identidad saludable/resiliente (también conocida como funcional) se caracteriza por un grado general de autoaceptación y compasión, la capacidad de tener límites apropiados en relación con otras personas significativas, la capacidad de tolerar una serie de emociones manteniendo un sentido coherente de sí mismo, la capacidad de autorreflexión y de narrar con precisión las propias experiencias, y la capacidad de reconocer y experimentar diferentes estados de sí mismo, pero sin desprenderse, ser excesivamente conflictivo o dramáticamente incoherente en respuesta a las presiones de esos diferentes estados. Además, una identidad funcional se asocia con la capacidad de establecer eficazmente objetivos a largo plazo y vivir de acuerdo con normas internalizadas que funcionan como guías, pero tener un sentimiento de propiedad de esas normas y no ser excesivamente rígido o inflexible en relación con ellas.
Se deduce, entonces, que una identidad insana/vulnerable (también conocida como disfuncional) está asociada a problemas de estima y aceptación, fragmentación, dificultad para tolerar emociones fuertes, falta de armonía entre los sentimientos y el autoconcepto, presencia de autoestados que conducen a acciones erráticas o contradictorias, rigidez e incapacidad para autodirigirse eficazmente de acuerdo con metas internalizadas y normas éticas.
Al examinar el funcionamiento de las relaciones de los individuos, se pueden evaluar los siguientes dominios: 1) El grado de empatía y la capacidad de representación compleja y matizada de los demás; y 2) La calidad e intimidad de las relaciones con otras personas. Un individuo con un sistema de relaciones sano o funcional se siente valorado por otras personas importantes, expresa apego y compasión, y tiene una cartera de relaciones sólidas y duraderas con la familia, los amigos y las parejas románticas. Pueden cooperar eficazmente y demostrar la capacidad de apreciar las experiencias de los demás, son capaces de mantener sentimientos conflictivos (por ejemplo culpa o ira) sin sentirse abrumados, y son capaces de narrar cómo son percibidos por los demás y cómo sus acciones desempeñan un papel en el intercambio social.
En cambio, alguien con relaciones disfuncionales tiene problemas significativos para formar relaciones duraderas e íntimas, tiene dificultades para empatizar con los demás de forma compleja y efectiva, a menudo carece de comprensión de sus propios papeles en el conflicto y de las respuestas que provocan, tiene dificultades para confiar o tener compasión por los demás y, en general, se siente devaluado por los demás importantes.
Hubo un fuerte impulso para que el DSM-5 sustituyera el actual sistema categórico de los diferentes tipos de personalidad (por ejemplo, narcisista, limítrofe, evitativa, etc.) por un sistema más dimensional que caracterice el funcionamiento de la personalidad de forma muy similar a la descrita anteriormente. Sin embargo, a última hora, los responsables del DSM-5 decidieron no adoptar el enfoque dimensional. Por lo tanto, el enfoque descrito anteriormente no se institucionalizará como podría haber sido el caso. No obstante, es importante que el concepto de funcionamiento de la personalidad se explique, tanto para los clínicos como para los profanos. También es importante ser consciente de que, como se ha descrito anteriormente, el funcionamiento existe en un continuo y que, dependiendo de las circunstancias, de otras personas y de los factores de estrés, puede variar bastante. Una persona puede ser relativamente funcional en algunos contextos y bastante disfuncional en otros.
Los fundamentos
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