Propiocepción y presión profunda

El sentido propioceptivo

El sentido propioceptivo es un sentido corporal poco conocido, pero vital, que la mayoría de nosotros da por sentado. La propiocepción es el sentido y la conciencia de la posición y el movimiento de nuestro propio cuerpo. Es la conciencia de la orientación de nuestro cuerpo en el espacio y de la dirección, velocidad y extensión del movimiento de nuestro cuerpo y nuestras extremidades. Esta información es detectada por los receptores sensoriales de nuestros músculos, ligamentos y articulaciones, y luego procesada a través del sistema nervioso central.

El sentido propioceptivo está estrechamente relacionado con el sentido vestibular. Los receptores del sentido vestibular son células ciliadas dentro del oído interno (vestíbulo). Éstas envían mensajes al cerebro sobre la posición y el movimiento de la cabeza en relación con el resto del cuerpo.

En términos prácticos, el sentido propioceptivo envía mensajes a nuestro cerebro para indicarnos si los músculos están estirados o relajados, si las articulaciones se están doblando o enderezando, y el grado en que se está produciendo este movimiento. Esta información es esencial para llevar a cabo actividades cotidianas que la mayoría de nosotros damos por sentadas.

La propiocepción deficiente dificulta el mantenimiento de la postura corporal y el movimiento con sensación de seguridad. Afecta a la conciencia de la posición del cuerpo, los brazos y las piernas.

La capacidad de reconocer qué serie de acciones y movimientos corporales son necesarios para completar una determinada tarea depende de nuestra propiocepción. Un sentido propioceptivo deficiente afecta a la «planificación motora». Cuando esto no funciona correctamente, el niño puede tener dificultades para vestirse, atarse los cordones de los zapatos y completar otras tareas cotidianas.

Nuestro sentido propioceptivo nos dice cuánta fuerza debemos ejercer al completar una tarea. Por ejemplo, la fuerza con la que hay que empujar al abrir una puerta o la presión que hay que ejercer sobre un lápiz al escribir son algunas de las tareas cotidianas que pueden verse afectadas.

Un mal funcionamiento del sentido propioceptivo puede ser un síntoma de trastorno de integración sensorial. Este concepto fue desarrollado por primera vez por la Dra. A Jean Ayers en la década de 1970. La integración sensorial es, en esencia, el proceso de tomar información de nuestro entorno, dar sentido a esa información y utilizarla para actuar y responder de forma adecuada.

Así que un niño con un pobre sentido propioceptivo puede…

  • jugar bruscamente; empujar demasiado, gritar, saltar o correr en exceso
  • parecer torpe
  • tener una pobre motricidad fina, encontrando difícil la escritura y el dibujo
  • mostrar un comportamiento repetitivo y autoestimulante como girar, balancearse o inquietarse
  • gustar de morder sus dedos, ropa, bolígrafos, juguetes, u otros objetos
  • parecen descoordinados y tienen dificultades con las grandes habilidades motoras como saltar, trepar o montar en bicicleta
  • con frecuencia chocan con otras personas y objetos

Presión táctil profunda y propiocepción

La terapia con peso estimula el sistema propioceptivo mediante el uso de la presión táctil profunda.

La presión de toque profundo funciona según el principio de aplicar peso o presión para proporcionar una entrada propioceptiva. Esta entrada calma y modula el sistema nervioso central que, a su vez, ayuda a procesar la información sensorial (Grandin 1992, McClure & Holtz-Yotz 1991). Esta calma y modulación tiene el efecto de hacer que el niño se sienta más enraizado y disminuya su estado de excitación. Este estado de excitación reducido disminuye los comportamientos autoestimulantes repetitivos (como dar vueltas, agitar las manos y balancearse) y permite un mejor enfoque, concentración y atención.

La Dra. Temple Grandin describe la Presión de Tacto Profundo de la siguiente manera: «La Presión del Tacto Profundo es el tipo de presión superficial que se ejerce en la mayoría de los tipos de toques, abrazos, caricias, acariciar animales o envolverlos». (Grandin, 1992).

La Dra. Grandin (a quien se le diagnosticó autismo a la edad de 3 años) continúa afirmando que «Los terapeutas ocupacionales han observado que un toque muy ligero alerta al sistema nervioso, pero la presión profunda es relajante y calmante».

Los niños con un sentido propioceptivo deficiente (en particular los «buscadores de sensaciones») a menudo buscarán sensaciones de presión profunda que les hagan sentirse más seguros, más relajados y capaces de enfocar y concentrarse mejor.

Por ejemplo, a algunos niños les gusta llevar ropa ajustada (que les da una respuesta propioceptiva). Algunos duermen bajo mantas pesadas para tener más peso – ¡incluso he oído hablar de un niño autista que prefería dormir debajo de su colchón! A otros niños les gusta llevar objetos pesados, como mochilas, para obtener retroalimentación propioceptiva, ya que esto a menudo les hace sentirse más arraigados y seguros.

La Dra. Grandin desarrolló una «máquina de apretar» para ayudarle a superar sus propios problemas sensoriales (Grandin 1992). La máquina aplicaba una presión de tacto profundo a una gran zona del cuerpo y daba la «sensación de estar rodeado y contenido por el abrazo del apretón de tacto profundo». La Dra. Grandin descubrió que la máquina tenía un efecto relajante que calmaba su sistema nervioso, reduciendo la ansiedad y haciéndola «menos agresiva y menos tensa».

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