La Capilla de los Huesos en Évora, Portugal, forma parte de la mayor Iglesia Real de San Francisco, y fue construida por monjes franciscanos a finales del siglo XVI.
La historia de la Capilla es conocida. En el siglo XVI, había hasta 43 cementerios en Évora y sus alrededores que ocupaban valiosos terrenos. Como no querían condenar las almas de las personas allí enterradas, los monjes decidieron construir la Capilla y trasladar los huesos.
Sin embargo, en lugar de enterrar los huesos a puerta cerrada, los monjes, preocupados por los valores de la sociedad de la época, pensaron que era mejor exponerlos. Pensaron que esto proporcionaría a Évora, una ciudad conocida por su riqueza a principios del siglo XVII, un lugar útil para meditar sobre la fugacidad de las cosas materiales en la innegable presencia de la muerte. Así lo indica el mensaje que invita a la reflexión sobre la puerta de la capilla: «Nós ossos que aqui estamos, pelos vossos esperamos», o: «Nosotros, los huesos, estamos aquí, esperando los vuestros».
El diseño de la Capilla de los Huesos de Évora se basa en el osario de San Bernadino alla Ossa en Milán, Italia. La vista inmediata al entrar en la capilla da una idea de su escala y del gran número de cuerpos que están enterrados aquí: unos 5.000 cadáveres. Entre ellos, en un pequeño ataúd blanco junto al altar, están los huesos de los tres monjes franciscanos que fundaron la iglesia en el siglo XIII. También se incluyen dos cadáveres disecados que cuelgan con cadenas de la pared junto a una cruz. Uno de ellos es el de un niño.
La finalidad de la capilla queda clara en un poema (traducido a continuación por el reverendo Carlos A. Martins), escrito por el padre Antonio da Ascencao, que cuelga de uno de los pilares:
«¿Adónde vas con tanta prisa viajero? Pausa… no adelantes tu viaje; No tienes mayor preocupación Que ésta: aquella en la que enfocas tu vista.
Recuerda cuántos han pasado de este mundo, Reflexiona sobre tu similar fin, Hay buenas razones para reflexionar Si todos hicieran lo mismo.
Piensa, tú tan influenciado por el destino, Entre todas las muchas preocupaciones del mundo, Tan poco reflexionas sobre la muerte;
Si por casualidad te asomas a este lugar, Detente… por el bien de tu viaje, Cuanto más te detengas, más lejos estarás en tu viaje.»
Por si acaso toda esa muerte te desespera, al final de la Capilla, encima del altar, puedes leer las frases en latín: «Muero en la luz» y «El día que muero es mejor que el día que nací».