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Informe de caso

En mayo de 2009, una niña de 5,5 años fue remitida a la clínica psiquiátrica infantil para que se le realizaran más evaluaciones. Había nacido en Afganistán y hasta el momento de la recogida de datos vivía en Irán. Tenía dos hermanos y ella era la menor. No presentaban anomalías físicas y/o mentales. Sus padres eran consanguíneos y tampoco presentaban anomalías. El tío de la paciente fue diagnosticado con BD hace varios años. El nivel socioeconómico de la familia era bajo. La paciente no tenía ningún problema psiquiátrico o médico en el pasado. Sus síntomas empezaron hace unos 6 meses con algunos ciclos rápidos de cambios de humor y mostraba una marcada responsabilidad del estado de ánimo, distracción y rabietas y berrinches explosivos (que duraban hasta varias horas). En cada episodio comenzaba a reírse la mayor parte del tiempo, incluso toda la noche, durante unas dos semanas. No mostraba locuacidad ni alteración de la percepción o del pensamiento. Después de pasar esta fase, estuvo llorando con el mismo patrón durante otras dos semanas. Su comportamiento era pegajoso y su apetito ha disminuido durante las fases depresivas. Mientras tanto, ha empezado a asustarse mientras duerme y también al usar el baño o el inodoro, esta situación se agravó desde hace 2 meses. Luego, después de un tiempo, también se asustó de otras personas y de los niños; quería ser abrazada y protegida por sus padres todo el tiempo. Desde entonces siempre repetía la frase «quiero estar limpia», pero no mostraba síntomas compulsivos. Según estos síntomas, tenía un problema de ansiedad por separación, pero los padres no buscaron ninguna ayuda para su problema. Su capacidad de atención había disminuido. También era muy agresiva y tenía una marcada irritabilidad y se mordía las uñas. Tenía distracción, hiperactividad y emoción lábil, así como inquietud y nerviosismo. Su sueño también había disminuido. Su interacción social era pobre. No tenía un comportamiento oposicionista, pensamientos acelerados o grandiosidad. Tampoco tenía dificultades para levantarse por las mañanas, mojar la cama o tener terrores nocturnos. No había signos o síntomas de comportamiento compulsivo, tics, paranoia, alucinaciones y delirios en ella. Los padres no mencionaron ninguna crueldad con los animales en ella. No tenía ninguna ideación suicida. La historia del desarrollo de la niña era normal, pero su desarrollo emocional estaba deteriorado. Hace unos 6 meses la visitó un psiquiatra general y le recetó risperidón, pero ella se negó a recibirlo. No hay ningún informe sobre el diagnóstico en ese momento. En nuestra clínica, un psiquiatra infantil y un psiquiatra general la visitaron. Tenía un típico síndrome de abstinencia completo que rara vez se ve en los niños. El diagnóstico se basó en los criterios del DSM-IV-TR para el TB. No había comorbilidades. Basándonos en nuestro diagnóstico, sugerimos encarecidamente tratarla en un entorno psiquiátrico hospitalario, pero su familia se negó a ingresarla en el hospital.

Durante nuestra observación tenía una severa labialidad del estado de ánimo, alteraciones del comportamiento y una menor necesidad de dormir. No aceptaba comer comprimidos, por lo que se le prescribió el único estabilizador del estado de ánimo accesible en forma de jarabe (valprovato 200 mg/día). Sus pruebas bioquímicas y de función tiroidea eran normales. No se informó de ninguna alteración en el EEG ni en las imágenes cerebrales. En junio de 2009, le hicimos un seguimiento hablando con su madre por teléfono. La paciente tenía un cumplimiento muy pobre y no tomaba su medicación, por lo que no tuvo ningún cambio en sus problemas de comportamiento, pero su labialidad anímica se hizo más leve sin ninguna medicación. De hecho, se considera una forma de negligencia infantil que los padres ignoren el derecho del niño a recibir el tratamiento.

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