Osteoartritis, también llamada osteoartrosis o enfermedad articular degenerativa, trastorno de las articulaciones caracterizado por el deterioro progresivo del cartílago articular o de toda la articulación, incluidos el cartílago articular, la membrana sinovial (revestimiento de la articulación), los ligamentos y el hueso subcondral (hueso situado debajo del cartílago). La osteoartritis es la enfermedad articular más común, aunque las estimaciones de incidencia y prevalencia varían según las distintas regiones del mundo y las diferentes poblaciones. Según algunas estimaciones, casi el 10% de los hombres y alrededor del 18% de las mujeres mayores de 60 años están afectados por esta enfermedad. Aunque su sufijo indique lo contrario, la artrosis no se caracteriza por una inflamación excesiva de las articulaciones, como es el caso de la artritis reumatoide. La enfermedad puede ser asintomática, especialmente en los primeros años de su aparición. Sin embargo, a medida que avanza, puede aparecer dolor, rigidez y limitación del movimiento. Las zonas más comunes de molestia son las vértebras, las rodillas y las caderas, articulaciones que soportan gran parte del peso del cuerpo.
La causa de la osteoartritis no se conoce por completo, pero se cree que las fuerzas biomecánicas que ejercen presión sobre las articulaciones (por ejemplo, soportar peso, anormalidades posturales u ortopédicas, o lesiones que causan irritación crónica del hueso) interactúan con factores bioquímicos y genéticos para contribuir a la osteoartritis. Las primeras fases de la enfermedad se caracterizan por cambios en el grosor del cartílago, que a su vez se asocian a un desequilibrio entre la degradación y la reparación del cartílago. El cartílago acaba reblandeciéndose y volviéndose áspero. Con el tiempo, el cartílago se desgasta y el hueso subcondral, privado de su cubierta protectora, intenta regenerar el tejido destruido, lo que provoca un aumento de la densidad ósea en el lugar del daño y una remodelación desigual de la superficie de la articulación. A veces se desarrollan gruesas excrecencias óseas llamadas espolones. La articulación se vuelve difícil. Esta evolución se ve agravada por la reducción del líquido sinovial, que actúa como lubricante natural de la articulación y amortiguador.
Dependiendo del lugar y la gravedad de la enfermedad, se emplean varios tratamientos. Los individuos que experimentan síntomas moderados pueden ser tratados con una combinación de lo siguiente: medicamentos analgésicos (para aliviar el dolor), descanso periódico, reducción de peso, inyecciones de corticosteroides y terapia física o ejercicio. Para aliviar el dolor más intenso y mejorar la función de la articulación pueden ser necesarias intervenciones quirúrgicas, como la sustitución de la cadera o la rodilla, o el desbridamiento de la articulación (la extirpación del tejido no sano). Las inyecciones de un lubricante articular consistente en ácido hialurónico, una sustancia que normalmente se encuentra en el líquido sinovial, pueden ayudar a aliviar el dolor y la rigidez articular en algunas personas con osteoartritis.
Los investigadores también han estado estudiando el potencial terapéutico del nucleósido de purina adenosina, una sustancia que se encuentra de forma natural en las células y que se ha convertido en un fármaco para uso médico. Los estudios realizados en animales han demostrado que la reposición de los niveles de adenosina en las articulaciones enfermas puede ayudar al recrecimiento del cartílago.