Información sobre salud y seguridad
En el uso generalizado de la natamicina en la conservación de alimentos, los consumidores no han planteado problemas de salud. Este hecho está respaldado por numerosos estudios de seguridad -revisados por autoridades independientes- que no muestran ningún impacto negativo en la salud humana. Además, la natamicina ayuda a proteger a los consumidores de las micotoxinas potencialmente dañinas que se han relacionado con una serie de efectos adversos para la salud.
Micotoxinas
Los mohos son capaces de producir unas toxinas llamadas micotoxinas, que son perjudiciales para la salud humana y animal. En la investigación científica, se han encontrado micotoxinas en una amplia variedad de alimentos como el queso y el pan. La aplicación de la natamicina para la conservación de los alimentos reduce los riesgos relacionados con la exposición a las micotoxinas.
Historia de uso seguro
La natamicina tiene una larga historia de uso seguro como inhibidor natural del moho en el queso, la carne y, posteriormente, en otros productos alimenticios. En 1967 la natamicina fue aprobada en todo el mundo como aditivo alimentario para ser aplicado en la superficie de quesos (específicos), impidiendo el crecimiento de mohos y levaduras no deseados. Además, en algunos países también se permite su uso en la superficie de embutidos específicos o en zumos de frutas o repostería. En Estados Unidos y en Canadá, el uso de la natamicina está permitido en los quesos rallados y desmenuzados desde 1982.
Límites de seguridad
Las investigaciones han demostrado que, incluso con un consumo muy elevado de productos tratados con natamicina, es difícil superar los niveles de seguridad de precaución. La Organización Mundial de la Salud determinó la ingesta diaria permitida (IDA) de natamicina en un máximo de 0,3 mg/kg de peso corporal/día para garantizar la seguridad. Esto equivale a que una persona (con un peso de 75 kg) coma más de 7 kg de queso con corteza cada día durante su vida. Otros estudios de exposición confirman estos resultados para múltiples grupos de alimentos, incluso si se consumen en cantidades elevadas.
Natamicina y resistencia de los hongos
Algunas organizaciones están preocupadas por la resistencia de los hongos, aunque la mayor controversia gira en torno a las bacterias resistentes (la natamicina no tiene efecto sobre las bacterias). En 2012, el Instituto Federal Alemán para la Evaluación de Riesgos (BfR) emitió una declaración en la que afirmaba que seguía la conclusión de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y que no le preocupaban los problemas de salud de la natamicina. Sin embargo, dado que la natamicina se utiliza en tratamientos médicos, no apoyan la ampliación del uso de la natamicina más allá de las aplicaciones alimentarias actualmente aprobadas. En su opinión, una extensión podría conducir potencialmente a la resistencia de los hongos. En consecuencia, si se utilizara la natamicina, el tratamiento tópico de las infecciones por hongos sería menos eficaz.
Este dictamen del BfR es una reacción a las preguntas de los consumidores y no se basa en nuevas pruebas o estudios de riesgo recientes. Actualmente no hay pruebas que sugieran que la natamicina en los alimentos contribuya a la resistencia de los hongos. Esta posición es, por ejemplo, apoyada por la EFSA. En su evaluación de seguridad de 2009, la EFSA concluyó que «no había preocupación por la inducción de resistencia a los antimicrobianos».
Un estudio bibliográfico más reciente y extenso llevado a cabo por la Organización Holandesa de Investigación Científica Aplicada (TNO) en 2012 llegó a la misma conclusión. Después de revisar más de 60 estudios, no se pudo encontrar ninguna evidencia que vincule el uso y el consumo de natamicina con la resistencia adquirida de los hongos.
La serie de aditivos alimentarios de la Organización Mundial de la Salud de 2002: 48: concluye que «los resultados negativos en los estudios de resistencia adquirida indican que la selección de hongos resistentes a la natamicina no es un problema».
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