Los nahuas, un pueblo unido por una cultura y una lengua compartidas (el náhuatl) dominaban el centro de Mesoamérica en 1519. Los miembros más conocidos de este grupo son los mexicas de Tenochtitlán (conocidos popularmente como aztecas), pero había un gran número de estados nahuas individuales en la Cuenca de México y áreas adyacentes, incluyendo Texcoco, Cholula y Tlaxcala.
Los nahuas eran originalmente personas no sedentarias o tal vez semisedentarias, conocidas colectivamente como chichimecas, que entraron en el centro de México en oleadas desde una región del norte conocida en la leyenda como Aztlán. Cada grupo étnico sucesivo aprendió las formas sedentarias de los habitantes nativos del centro; los mexicas reivindicaron este tipo de descendencia de los toltecas. Con el paso del tiempo, los nahuas desarrollaron un complejo sistema de gobierno, cuyos componentes corporativos básicos eran el altepetl (estados regionales), el calpulli o tlaxilacalli (subdivisión del altepetl) y la familia. La sociedad estaba fuertemente estratificada, desde el gobernante altepetl (Tlatoani) y la nobleza (Pipiltín) hasta los plebeyos (Macehualli), que se clasificaban internamente desde los relativamente ricos Pochteca (comerciantes) hasta los esclavos. La mayoría de los plebeyos se encontraban en un punto intermedio y debían tributos en bienes y servicios al estado, formaban las filas de los ejércitos y recibían acceso a la tierra en virtud de su pertenencia al calpulli.
Los dos centros de la vida nahua eran el mercado y el recinto del templo, que era el sitio de los ceremoniales al aire libre, incluyendo varias formas de sacrificios humanos dedicados a las muchas deidades de la intrincada religión nahua. La guerra entre alteptos, a veces librada para capturar víctimas de sacrificio, era endémica, pero a finales del siglo XV la Triple Alianza de Tenochtitlán, Texcoco y Tlacopán (dominada por los mexicas) había formado un extenso imperio.
Sin embargo, los nahuas siguieron siendo un pueblo micropatriótico, hecho que minó la cohesión de este imperio; al carecer de identidad colectiva, grupos étnicos individuales, como los tlaxcaltecas, se aliaron con Cortés en contra de los mexicas, provocando involuntariamente su propio sometimiento. El altepetl nahua se llevó la peor parte de la reorganización bajo el programa de congregación, la imposición de un gobierno municipal de estilo ibérico y la sustitución de los recintos de los templos y las deidades por iglesias católicas, la Trinidad, la Virgen María y los santos. Los nahuas fueron de los primeros en sufrir los terribles efectos de las enfermedades epidémicas europeas, que redujeron drásticamente la población a principios del siglo XVII.
Pero los nahuas y su cultura sobrevivieron. Continuaron controlando su altepetl, incluso cuando las estructuras tradicionales fueron modificadas por las innovaciones coloniales, y las élites aprendieron a manipular el sistema legal impuesto (que les otorgaba ciertos derechos) en beneficio propio y de las entidades corporativas. El hecho de que el náhuatl llegara a escribirse en escritura europea, y que gran parte de los negocios del mundo indígena se llevaran a cabo en esta lengua, facilitó la supervivencia. El historiador James Lockhart ha identificado tres grandes etapas en este proceso: en la primera, durante la generación inicial posterior a la Conquista, poco cambió en la organización nahua; en la segunda, hasta mediados del siglo XVII, un número creciente de elementos españoles se adaptaron a las tradiciones preexistentes; y en la tercera etapa, que continúa, la expansión del contacto con los foráneos creó una mezcla cultural más completa.
Véase tambiénAztecas.
BIBLIOGRAFÍA
El estudio definitivo sobre los nahuas, especialmente después de 1519, es James Lockhart, The Nahuas After the Conquest: A Social and Cultural History of the Indians of Central Mexico, Sixteenth through Eighteenth Centuries (1992). Por lo demás, hay obras más importantes que tratan de grupos específicos entre los nahuas: Bernardino De Sahagún, Códice Florentino: Historia general de las cosas de Nueva España, traducido por Arthur J. O. Anderson y Charles E. Dibble, 12 vols. (1950-1982); Charles Gibson, The Aztecs Under Spanish Rule (1964); George A. Collier, Renato I. Rosaldo y John D. Wirth, eds., The Inca and Aztec States: Anthropology and History (1982); Susan D. Gillespie, The Aztec Kings: The Construction of Rulership in Mexica History (1989); Inga Clendinnen, Aztecs, an Interpretation (1991); James Lockhart, Nahuas and Spaniards: Postconquest Central Mexican History and Philology (1991); y Miguel Léon-Portilla, The Aztec Image of Self and Society: Una introducción a la cultura nahua, editado por J. Jorge Klor de Alva (1992).
Bibliografía adicional
León-Portilla, Miguel. La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes, 3a ed. México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Histó ricas, 1966.
López-Austin, Alfredo. Cuerpo humano e ideología: las concepciones de los antiguos nahuas. México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Antropológicas, 1980.
Ward, Thomas. «Expanding Ethnicity in Sixteenth-Century Anahuac: Ideologies of Ethnicity and Gender in the Nation-Building Process.» MLN 116.2 (March 2001): 419-452.