Las pechugas de pollo sin piel parecen recibir todo el amor estos días. Lo entiendo. Son baratas, saludables y se cocinan rápido. Pero permítanme defender los muslos de pollo con hueso y piel. En mi humilde opinión, son mejores en todos los sentidos. ¿La razón? Más grasa. Como todos sabemos, grasa = sabor. Además, ¿hay algo más delicioso que la piel crujiente del pollo?
Para conseguir unos muslos de pollo jugosos y tiernos siempre, sigue los siguientes consejos:
1. Secarlos con palmaditas.
Este sencillo paso marca una GRAN diferencia. ¿La razón? La humedad crea vapor mientras se hornea, lo que le dará una piel flácida y pálida en lugar de una piel dorada y crujiente. Dale a los muslos un toque a cada lado con una toalla de papel.
2. Utiliza pollo con hueso y piel si puedes.
Aunque trabajar con pollo con hueso puede ser a veces desalentador, te prometemos que el sabor añadido, así como el dorado crujiente que puede venir de la piel, merece la pena.
3. No seas tímido con el condimento.
Como toda la carne, los muslos de pollo están mejor condimentados generosamente. No olvide sazonar AMBOS lados con sal; recuerde que no sólo está sazonando el exterior. A medida que la carne se vaya cocinando, la sal se irá introduciendo en la carne, aromatizando cada pieza por completo. (Además, la sal ayuda a la carne a retener la humedad, lo que se traduce en unos muslos más jugosos y rellenos. ¡Ganar/ganar!
4. Hazlo a tu gusto.
¡Esta receta puede servirte para crear tus propios muslos de pollo! Cambia los cítricos y las hierbas, añade tus especias secas favoritas o cárgalo con toneladas de ajo, chalotas o cebollas, si ese es tu estilo. Sea como sea, haz una foto, publícala a continuación y cuéntanos qué te ha parecido.
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Nota del editor: Esta introducción fue actualizada para añadir más información sobre el plato el 22 de diciembre de 2020.