Meditación 101: La neurociencia de por qué funciona la meditación

Como los yoguis han sabido durante siglos y los científicos pueden demostrar ahora, los beneficios de la meditación son profundos.
La meditación es quizás el instrumento más crucial para aprovechar el poder del pensamiento, cultivar más paz, claridad y felicidad.
Aprender a entrenar el cerebro y a centrar nuestra atención es crucial para prosperar y cultivar un rendimiento máximo en cualquier empeño.
El doctor Ron Alexander, psicoterapeuta de larga trayectoria y autor de Mente sabia, mente abierta, habla de FUERZA MENTAL, o de la capacidad de recuperación, la eficacia y la inteligencia emocional que surgen cuando iniciamos el proceso de control de la mente. La fuerza mental es una de las herramientas más poderosas que podemos emplear para impactar y mejorar todos los aspectos de la vida.
Hay cinco categorías principales de ondas cerebrales, cada una de las cuales corresponde a diferentes actividades. La meditación nos permite pasar de las ondas cerebrales de mayor frecuencia a las de menor frecuencia, lo que activa diferentes centros del cerebro.
Las longitudes de onda más bajas = más tiempo entre los pensamientos = más oportunidad de elegir hábilmente en qué pensamientos inviertes y qué acciones realizas.
5 categorías de ondas cerebrales: Por qué funciona la meditación
1. Estado Gamma: (30 – 100Hz) Este es el estado de hiperactividad y aprendizaje activo. El estado gamma es el momento más oportuno para retener la información. Por eso los educadores suelen hacer que el público salte o baile, para aumentar la probabilidad de asimilación permanente de la información. Si se sobreestimula, puede provocar ansiedad.
2. Estado Beta: (13 – 30Hz) Donde funcionamos la mayor parte del día, el estado beta se asocia con el estado mental de alerta de la corteza prefrontal. Se trata de un estado de la «mente trabajadora» o «pensante»: analítica, planificadora, evaluadora y clasificadora.
3. Estado Alfa: (9 – 13Hz) Las ondas cerebrales comienzan a disminuir fuera de la mente pensante. Nos sentimos más tranquilos, pacíficos y enraizados. A menudo nos encontramos en un «estado alfa» después de una clase de yoga, un paseo por el bosque, un encuentro sexual placentero o durante cualquier actividad que ayude a relajar el cuerpo y la mente. Estamos lúcidos, reflexivos, tenemos una conciencia ligeramente difusa. Los hemisferios del cerebro están más equilibrados (integración neuronal).
4. Estado Theta: (4 – 8Hz) Estamos en condiciones de iniciar la meditación. Este es el punto en el que la mente verbal/pensante hace la transición a la mente meditativa/visual. Empezamos a pasar de la mente planificadora a un estado de conciencia más profundo (que a menudo se siente como somnoliento), con una intuición más fuerte, más capacidad de plenitud y de resolución de problemas complicados. El estado theta está asociado a la visualización.
5. Estado Delta: (1-3 Hz) Los monjes tibetanos que llevan décadas meditando pueden alcanzarlo en una fase de alerta, de vigilia, pero la mayoría de nosotros alcanzamos este estado final durante el sueño profundo y sin sueños.
Cómo meditar:
Una meditación sencilla para iniciar la transición del estado Beta o Alfa al estado Theta es centrarse en la respiración. La respiración y la mente trabajan conjuntamente, de modo que cuando la respiración comienza a alargarse, las ondas cerebrales empiezan a ralentizarse.
Para comenzar la meditación, siéntese cómodamente en su silla con los hombros relajados y la columna vertebral erguida. Coloque las manos en su regazo, cierre los ojos y elimine, en la medida de lo posible, cualquier estímulo que pueda distraerle.
Observe su respiración. Simplemente note su respiración fluyendo hacia adentro. Fluyendo hacia afuera. No intentes cambiarla de ninguna manera. Simplemente, fíjate.
Repite en silencio el mantra: «Inspirar. Exhalar». Cuando tu mente comience a divagar, regrésala a tu respiración. Observa que a medida que tu respiración comienza a alargarse y a llenar tu cuerpo, tu mente comienza a calmarse.
La constancia es la clave. Intenta hacer esta meditación sobre la respiración a primera hora de la mañana y/o por la noche. Sé constante con tu meditación. Las meditaciones más cortas de forma regular son más productivas que las sesiones largas cada pocas semanas. Intente hacer 5 minutos al día y añada 1 minuto cada semana.

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