Es probable que al nacer (y durante unas semanas después), la cabeza de su querido bebé no se parezca a la encantadora bola blanca que había imaginado. De hecho, puede ser totalmente puntiaguda o misteriosamente deforme. O puede parecer desproporcionadamente grande, estar cubierta de pelo negro en punta o de escamas costrosas, y lucir un punto blando que late con cada latido del corazón. (Todo esto y seguirás pensando que es adorable.) Aquí tienes un resumen de lo que hay en la cubierta superior:
Punto blando: En realidad hay dos, y se llaman técnicamente fontanelas. Sirven para dos propósitos importantes: En primer lugar, ayudan a que el cráneo del bebé se desplace y se amolde para poder pasar por el canal de parto (gracias a Dios); y en segundo lugar, dejan espacio para que el cerebro del bebé crezca (¡muy!) rápidamente durante su primer año. El punto blando más grande y predominante (la fontanela anterior) está en la parte superior de la cabeza del recién nacido; tiene forma de diamante y puede medir hasta cinco centímetros. Empezará a cerrarse cuando tu bebé tenga unos seis meses y se cerrará por completo cuando cumpla los 18 meses. La segunda (la fontanela posterior) es mucho más pequeña y difícil de encontrar. Se encuentra en la parte posterior de la cabeza, tiene forma triangular y sólo mide medio centímetro de diámetro.
Aunque es conveniente proteger la cabeza de tu bebé (no sacudirla ni hacerla rebotar), la buena noticia es que es mucho menos frágil de lo que parece. Esas partes blandas están cubiertas por fuertes membranas que hacen un excelente trabajo para salvaguardar el cerebro. Dos signos (poco frecuentes) de problemas: Una fontanela deprimida podría ser un síntoma de deshidratación, y una constantemente abultada podría indicar presión en el cerebro. En cualquiera de los dos casos, ponte en contacto con el médico de tu bebé.
Tamaño y forma: Al nacer, la cabeza de tu bebé tiene una circunferencia media de 13,8 pulgadas y constituye aproximadamente una cuarta parte de la longitud de su cuerpo (¡imagina esa proporción en un adulto!). Si has tenido un parto vaginal -especialmente uno en el que has tenido que empujar durante mucho tiempo- esa cabeza puede ser puntiaguda o tener forma de cono, gracias a las horas pasadas apretando a través del canal de parto. No te preocupes; las cabezas cónicas se redondean en unos días o semanas. Y sea cual sea su forma, con el tiempo la cabeza de tu bebé se ajustará mejor al tamaño de su cuerpo.
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Cabello: Los novatos pueden ser calvos o tupidos, con pelo en punta o liso, oscuro o claro – nunca se sabe. Y el pelo con el que ha sido bendecido al nacer puede no tener ningún parecido con los mechones que tendrá de niño (y como sabemos, señoras, éstos pueden no parecerse en nada a nuestras trenzas de adulto). El pelo de los recién nacidos suele caerse en las primeras semanas y, cuando vuelve a crecer, puede tener un color o una textura diferentes. Y algunos bebés no tienen más que una pelusa escasa y vellosa hasta más allá de su primer cumpleaños. En cuanto al cuidado del cabello, mantén limpio el que tenga lavándolo con un champú suave un par de veces a la semana. Nada de geles ni mousses, mamá.
Caperucita: Esas escamas grasientas en el cuero cabelludo de tu bebé pueden ser antiestéticas, pero no pican ni duelen, así que a tu recién nacido no le importa. Esta afección cutánea, conocida como dermatitis seborreica, es muy común en los bebés y puede atribuirse a -¡adivinaste! – a las hormonas maternas que circulan por el organismo del bebé después del parto (haciendo que las glándulas sebáceas trabajen más de la cuenta y produzcan una capa pegajosa que mantiene las células viejas de la piel atrapadas en su cabeza).
Aunque no puedes prevenir la costra láctea, puedes tratarla masajeando el cuero cabelludo de tu bebé con aceite mineral o vaselina (seguido de un champú). Mantén su cabeza fresca y seca (así que evita los gorros, a menos que sean imprescindibles para protegerle del frío o del sol). Si el caso de tu bebé es grave, tu médico puede recomendarte un champú medicinal, pero el tiempo es realmente el mejor remedio.
Aplanamiento: La buena noticia es que colocar a los bebés boca arriba para dormir reduce en gran medida el riesgo de síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL). El subproducto no tan bueno de la campaña de «dormir boca arriba»: las manchas aplanadas que aparecen en la cabeza del bebé si siempre descansa en la misma posición (plagiocefalia posicional, para ponernos técnicos). La mejor manera de evitar el aplanamiento es asegurarse de que el bebé pasa mucho tiempo boca abajo cuando está despierto y variar su posición para dormir (acostarlo con la cabeza en extremos alternativos de la cuna) para que no descanse siempre sobre el mismo lado de la cabeza. Aunque la mayoría de estas zonas aplanadas son leves y desaparecen por sí solas en el plazo de un año, otras pueden requerir un tratamiento con un casco o banda especial, que aplica una suave presión para redirigir el crecimiento del cráneo.
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