LUNES, 28 de septiembre de 2020 (HealthDay News) — Las personas cuyos corazones se detienen debido a un caso grave de COVID-19 tienen pocas probabilidades de salir vivas del hospital, muestra un estudio reciente.
De 54 pacientes en un hospital de Michigan que sufrieron un paro cardiaco mientras luchaban contra la COVID-19, ninguno sobrevivió a su enfermedad, aunque 29 fueron reanimados mediante la reanimación cardiopulmonar (RCP), reportaron los investigadores.
«No creo que podamos decir que el paro cardiaco siempre es letal si alguien tiene COVID-19», señaló el Dr. J. Randall Curtis, profesor de pulmonología de la Universidad de Washington, en Seattle, que no participó en el estudio. «Creemos que podemos decir que, en este ámbito del paro cardiaco y la COVID, las probabilidades de que la reanimación cardiaca funcione son bajísimas».
Antes de este estudio, los médicos habían sospechado que salvar a un paciente con COVID-19 cuyo corazón se detenga sería difícil, apuntó Curtis. Un informe anterior de China tuvo resultados similares.
Este tipo de cosa es común en otras enfermedades pulmonares graves, y el problema se origina en los pulmones, no en el corazón, dijo Curtis.
«De los pacientes que tienen COVID y progresan hasta el paro cardiaco, la mayoría de las veces se trata de un paro cardiaco que ocurre debido a que la enfermedad pulmonar se ha agravado tanto que no reciben suficiente oxígeno, y su cuerpo se está apagando», explicó Curtis.
Incluso si se revive el corazón, seguirá teniendo que combatir a la falta de oxígeno por los pulmones dañados, dijo Curtis.
Curtis anotó que de los 54 pacientes, 52 tuvieron un tipo de paro cardiaco llamado actividad eléctrica sin pulso (AESP). En la AESP, el corazón genera suficiente electricidad para crear un latido cardiaco, pero el músculo cardiaco en sí ha fallado y no se contrae.
«Los paros de AESP tienen una supervivencia mucho peor en el hospital tras un paro cardiaco en el hospital» que los paros cardiacos provocados por una disfunción del corazón en sí, comentó Curtis.
Los investigadores, la Dra. Shrinjaya Thapa y sus colaboradores del Hospital William Beaumont en Royal Oak, Michigan, sugirieron que los médicos quizá deban pensárselo dos veces antes de realizar una RCP prolongada en esos pacientes, sobre todo porque el proceso de reanimación genera aerosoles que podrían poner al personal de atención de la salud en un mayor riesgo de contraer el virus.
Curtis se mostró de acuerdo en que la RCP aumenta la cantidad del virus en el aire, pero anotó que la mayoría de los pacientes que están tan enfermos con la COVID-19 quizá ya estén en la unidad de cuidados intensivos, y en aislamiento.
«Me parece que si vamos a hacer RCP, el riesgo es relativamente bajo para los trabajadores de los hospitales, gracias al equipo de protección personal que se ponen y se quitan de forma adecuada», aseguró Curtis.
Estos resultados, que se publicaron en la edición en línea del 28 de septiembre de la revista JAMA Internal Medicine, resaltan la necesidad de que los médicos tengan conversaciones francas con los pacientes con COVID-19 gravemente enfermos sobre sus deseos relacionados con la reanimación, anotó. Curtis fue coautor de un comentario que se publicó junto con la carta de investigación.
«Lo realmente importante para nosotros es pensar por adelantado en si deberíamos de verdad hacer que los pacientes y las familias pasen por esto», añadió Curtis. «Hablarlo por adelantado es de verdad importante. Muchos pacientes con unas probabilidades tan bajas de una supervivencia significativa no querrían pasar por esto».
La Asociación Americana del Corazón (American Heart Association) ofrece más información sobre el paro cardiaco.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com