Nuestros antepasados tuvieron contacto con las jirafas como lo confirman algunas pinturas rupestres. En países como Namibia, hay paredes de cuevas con dibujos donde se pueden ver claramente las figuras de jirafas y otra fauna local. Las pinturas están muy bien detalladas, ya que se puede ver la proporción del largo cuello en comparación con el resto del cuerpo.
En el año 2500 a.C., varias jirafas fueron capturadas en regiones subsaharianas y posteriormente trasladadas a Egipto en balsas por el río Nilo. En aquella época era costumbre fomentar las relaciones políticas a través de regalos extraordinarios y únicos, para atraer a los dirigentes de otras tierras y así obtener beneficios o iniciar el comercio, por lo que consideraban a la jirafa como un excelente y exótico regalo.
Otro «regalo» de ese tipo fue el que Muhammad Alí de Egipto hizo a Carlos X de Francia. Una jirafa fue trasladada de Egipto a París a principios del siglo XIX como muestra de respeto, cordialidad y camaradería entre los dos países. El animal causó sensación y curiosidad entre la población ya que se asombró ante un animal tan grande.
El general romano Julio César se llevó la primera jirafa a Roma y la tuvo en su zoológico personal. La llamó «cameleopardo» por su altura similar a la de un camello y sus manchas marrones que le recordaban a un leopardo. Se extendió el rumor entre la población, de que las jirafas eran tan agresivas como ese gran felino, pensando que estarían en el Coliseo romano, pero más tarde el rumor fue desmentido.
Más tarde, cuando los imperios de Roma y Egipto estaban en decadencia, las jirafas desaparecieron de Europa, pero se quedaron en la imaginación de la gente. En Egipto, el hecho de que alguien soñara con una jirafa significaba que algo malo iba a suceder muy pronto.
Durante el siglo XX transportar jirafas era una tarea más fácil, por lo que comenzaron a poblar otras partes del mundo en cautividad. En 1926 una jirafa fue llevada a un zoológico en Francia y causó furor en la moda femenina ya que en esa nación esa industria era muy influyente en la sociedad y por ello el estampado de manchas marrones se convirtió en la tendencia del momento.
Relación de las jirafas y los humanos en los últimos tiempos
Los humanos y las jirafas tienen un tipo de relación diferente a la de muchos otros animales. Las jirafas nunca han servido un propósito significativo para las personas, sin embargo, tampoco han sido vistas como una amenaza. A mucha gente le fascinan y por eso se interesan por ellas. Les encanta su dulzura, así como el hecho de que sean tan diferentes de otros animales que hay por ahí.
Las jirafas suelen llamar la atención cuando están en cautividad. Parece que tanto los jóvenes como los mayores están contentos de observarlos y encantados de estar tan cerca de estos inusuales animales. Sin embargo, lo que ocurre con ellos en la naturaleza suele ser otra historia. Es una situación que la mayoría de nosotros desconocemos y que tiene detalles sombríos.
Caza de jirafas
Mucha gente se sorprende al saber que la caza de jirafas es una práctica habitual en África. Estas son consideradas animales exóticos para algunas personas, por lo que parte de la emoción que les produce la caza es que pueden conseguir un animal que la mayoría de los demás nunca conseguirán.
Cazar jirafas no es una actividad reciente. Los cazadores europeos de los siglos XIX y XX que exploraban regiones de África tenían como objetivo leones, leopardos, búfalos de agua y jirafas para sus colecciones privadas. Esta actividad se hizo tan común que las jirafas estuvieron al borde de la extinción.
Las cacerías guiadas en África pueden reportar bastante dinero a los aldeanos que viven en la más absoluta pobreza, sin embargo, como es habitual, no reciben la mayor parte del dinero. Además de cazar jirafas por deporte, a menudo las matan para recoger y vender sus colas y pelajes. Las colas se consideran eficaces matamoscas y atrapan insectos que pueden ser un peligro para la salud humana. Los lugareños también creían que una cola servía como amuleto para alejar a los malos espíritus y atraer la buena suerte.
Vista aérea de jirafas en su hábitat natural.
En algunas zonas de África, la gente mata jirafas para consumir su carne. Este tipo de carne en particular no tiene tan buen sabor ni es tan nutritiva como la de otros animales. Sin embargo, en las zonas donde estamos hablando de supervivencia, la gente tomará cualquier fuente de carne que pueda conseguir.
Los nativos de Kenia, Sudán y Etiopía valoraban la carne, la piel y la cola de las jirafas y las cazaban para sobrevivir. También utilizaban los huesos, triturados para usarlos como fertilizantes.
La destrucción de las zonas donde viven las jirafas es un problema habitual para ellas. Cuando se talan los árboles, entonces no tienen tanto donde elegir cuando se trata de fuentes de alimento.
En algunas regiones donde viven las jirafas, el hábitat se destruye continuamente para obtener leña y tierras de pastoreo, lo que ha llevado a la deforestación. La presencia de jirafas en África sigue disminuyendo debido a esto y su rango de distribución ahora es muy limitado, y algunas especies y subespecies están en riesgo de extinción.
La mayoría de la gente se alegra de ver jirafas, pero lo que se ve en un zoo es sólo un escenario en el que viven, por lo que es importante ampliar los conocimientos sobre las diferentes formas de interacción que los humanos tienen con ellas.
Muchos investigadores han realizado algunos estudios básicos sobre las jirafas, pero aún queda mucho por desentrañar sobre su vida y su comunicación. Tampoco hay mucho que reconstruir todavía sobre su proceso de evolución. Los humanos y las jirafas parecen poder vivir en cierto equilibrio, pero hay que tener en cuenta que los humanos tienen que dejar de destruir su hábitat natural para que no acaben extinguiéndose como tantos otros animales del mundo.