Si alguna vez se ha sentido confundido por las variedades de leche que existen, no está solo. Ya sea de soja, de almendras, de avena o de coco, la leche nos ha demostrado que es cualquier cosa menos un producto singular. En este sentido, ¿cuál es la diferencia entre la leche normal y la leche evaporada?
El desglose es sencillo cuando se trata de una jarra de leche normal frente a la leche evaporada. La definición de leche evaporada está en el nombre. La leche se ha calentado hasta que se ha evaporado más de la mitad de su contenido de agua, y después de que el proceso de evaporación ha terminado, te queda una textura espesa, casi de jarabe (vía The Kitchn).
Aquí está el truco: la leche evaporada es rica y tiene un sabor ligeramente diferente al de un vaso de leche fría de vaca. Sin embargo, la leche evaporada no ha sido endulzada, a diferencia de su conocida y azucarada prima, la leche condensada. Esta última fue inventada en 1856 por Gail Borden, que buscaba formas de producir un producto lácteo que no se estropeara rápidamente, según The New York Times. Es importante tener en cuenta que cuando se inventó esta leche enlatada y cremosa, la leche fría y sin pasteurizar solía contener bacterias e incluso parásitos. En otras palabras, una alternativa a la leche fue probablemente vista como un regalo del cielo por muchas familias (vía Smithsonian Mag).