04 Oct ¡La importancia del Sistema de Procesamiento Vestibular!
¿Qué es el sistema de procesamiento vestibular?
El sistema de procesamiento vestibular desempeña un papel esencial en la relación entre nuestro cuerpo, la gravedad y el mundo físico. Nos proporciona información sobre dónde está nuestro cuerpo en el espacio. Es responsable de informarnos de si nuestro cuerpo está inmóvil o en movimiento, a qué velocidad se mueve y en qué dirección.
El sistema vestibular proporciona una base para el desarrollo de todos los demás sistemas sensoriales, como el tacto, la visión, el sonido y la propiocepción. Es un elemento importante del sistema nervioso central y es crucial para el desarrollo del equilibrio, la coordinación, el control motor del ojo, la coordinación bilateral (la capacidad de utilizar plenamente ambos lados del cuerpo) y el desarrollo de la seguridad y la confianza en el movimiento. Es el sistema que nos permite desarrollar una tolerancia al movimiento. Funciones fundamentales como nuestra postura y orientación espacial se ven afectadas por el sistema de procesamiento vestibular. Por ejemplo, nuestra postura puede cambiar si estamos en un columpio, para permitirnos permanecer erguidos y entender dónde estamos en el espacio. Proporciona información para los reflejos de protección de nuestro cuerpo y nos prepara para entrar en modo de lucha o huida en situaciones de emergencia.
¿Qué implica y cómo?
El sistema vestibular implica a los órganos y receptores vestibulares, situados en la región no auditiva del oído interno. Incluye dos componentes: el canal semicircular, que detecta los movimientos de rotación, y los órganos otolíticos (utrículo y sáculo), que detectan los cambios lineales. Estos órganos detectan el movimiento de los fluidos y proporcionan información de dónde está nuestra cabeza en el espacio. Esta información nos informa de la orientación y el equilibrio de nuestro cuerpo en el entorno, lo que nos permite experimentar la seguridad gravitatoria. La seguridad gravitatoria es la confianza que tenemos en que podemos mantener nuestra posición e interactuar con el entorno sin caer. Por lo tanto, cuando nuestro sistema vestibular está sano, podemos sentirnos seguros durante las actividades que requieren movimiento, ya sea con los pies en el suelo o sin ellos. También tenemos control al iniciar y detener actividades como columpiarse, saltar, trepar y dar volteretas porque nuestro cuerpo es capaz de adaptarse y mantener el equilibrio, protegiendo nuestro cuerpo y reduciendo las lesiones. Un sistema vestibular sano también nos permite atender a otros estímulos sensoriales que encontramos a lo largo del día, de modo que podemos concentrarnos en actividades como leer, comer o simplemente estar sentados.
¿Con qué está relacionado este sistema?
El sistema vestibular está interconectado neurológicamente con muchos otros sistemas del cerebro. Un ejemplo es el sistema límbico, que es crucial para el desarrollo de una mayor regulación y bienestar físico, emocional y psicosocial. El sistema de procesamiento vestibular también está interconectado con el cerebelo, combinando la información visual para permitir los movimientos oculares reflexivos. Esto es necesario para seguir objetos en movimiento, escanear, discriminar objetos y estabilizar la mirada. Esto puede repercutir en actividades como la lectura, la práctica de deportes, el ajuste de la atención visual mientras se mueve y el mantenimiento de la atención cuando se alterna la mirada a la pizarra y luego al propio trabajo.
¿Qué ocurre cuando hay problemas con el procesamiento vestibular?
Los problemas asociados al procesamiento vestibular pueden hacer que muchos aspectos de la vida cotidiana sean muy difíciles. Los niños con un sistema de procesamiento vestibular disfuncional pueden ser hipersensibles o hipersensibles al movimiento, y pueden parecer mostrar comportamientos de ambos en cualquier momento. Los niños pueden parecer temerosos del movimiento porque se sienten inseguros y desequilibrados. Esto suele llevar a los niños a preferir las actividades sedentarias, evitando los columpios o la escalada, u otras actividades en las que sus pies abandonan el suelo. Pueden experimentar sensibilidad a los cambios en las superficies para caminar y pueden tener dificultades para mantenerse concentrados y erguidos en la escuela. También pueden tener dificultades para moverse por el entorno en casa o en el patio de recreo, a menudo moviéndose con cautela o lentamente. En los niños más pequeños, estas dificultades suelen provocar que no les guste que les muevan el estómago o la espalda, o que les inclinen la cabeza hacia atrás.
En cambio, los niños pueden parecer estar en constante movimiento, incapaces de quedarse quietos. Esto puede repercutir en actividades como leer y escribir en la escuela, y mantener la concentración sin moverse. Estos niños pueden parecer descoordinados y torpes, y a menudo se caen. Se mueven por el entorno, aparentemente sin darse cuenta del peligro, saltando o corriendo impulsivamente. Estos niños también pueden parecer perdidos en entornos familiares, incapaces de localizar objetos. La disfunción vestibular no sólo afecta físicamente, sino también psicológicamente. Puede ser responsable de reacciones emocionales elevadas por experiencias estresantes y puede convertirse en ansiedad o inseguridad en un entorno.
Otras dificultades asociadas al procesamiento vestibular incluyen problemas con la secuenciación de actividades y problemas de coordinación bilateral. Estas actividades pueden incluir saltos o lanzamientos y recepciones.
Cómo tratamos estos déficits en el OTFC
En el OTFC, nuestro objetivo es garantizar que los niños reciban experiencias vestibulares que les permitan clasificar, integrar y procesar la información a través del juego. Esto implica actividades que incluyen mucho movimiento, como columpiarse, saltar sobre diferentes superficies, correr y rodar sobre pelotas. Estas actividades implican el movimiento de la cabeza y el cuerpo, el ajuste de la postura y la estabilización visual. Algunas de las actividades que realizamos pueden ser movimientos rápidos o lentos, por ejemplo, aceleración y desaceleración y movimientos lineales (en línea), así como rotatorios (circulares). Otras actividades que promueven el procesamiento vestibular incluyen la realización de actividades de movimiento mientras se completan simultáneamente tareas funcionales como la resolución de problemas o la escritura a mano. El uso de objetivos visuales, como lanzar una bolsa de frijoles a una diana mientras se está en un columpio, es otro ejemplo de entrada vestibular de buena calidad. Al proporcionar a los niños estas experiencias, nuestros terapeutas pretenden cambiar el elemento vestibular del sistema nervioso central, utilizar la neuroplasticidad y permitir a los niños atender mejor sus tareas funcionales cotidianas.
¿Qué se puede hacer en casa para ayudar a promover el procesamiento vestibular?
Hay una variedad de actividades que podemos animar a los niños a realizar en casa o en el parque, para ayudar a promover el procesamiento vestibular. Entre ellas se encuentran:
- Jugar en los columpios, toboganes y balancines del parque
- Colgarse boca abajo en las barras de los monos del parque
- Pasar por carreras de obstáculos en el parque
- Rodar por las colinas
- Jugar a atrapar la pelota mientras saltan, o en una cama elástica
- Saltar, correr o saltar sobre diferentes superficies
Estas son sólo algunas de las actividades sencillas que podemos hacer en casa para ayudar a integrar la información vestibular con otros sistemas sensoriales. Feliz movimiento!
Ayres, A, J & Robbins, J, 2005, Sensory Integration and the Child, Understanding Hidden Sensory Challenges, 25th Anniversary Edition, Western Psychological Services, Los Angeles CA