Conant operó en la encrucijada de la élite del poder americano, afirma con razón en su introducción James Hershberg, coordinador del Proyecto de Historia Internacional de la Guerra Fría en el Wilson Center de Washington. Conant estuvo en el centro o cerca del centro de los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial y de la Guerra Fría. Como administrador del Proyecto Manhattan, sirvió de enlace entre la Casa Blanca, los militares y los científicos. Estuvo presente en Alamogordo el 16 de julio de 1945 (su reacción inicial de terror ante la luz creada por la explosión fue que la cosa se le había ido de las manos y que el mundo estaba explotando). Como miembro del Comité Interino, desempeñó un papel fundamental en la selección de Hiroshima como objetivo de la primera bomba atómica. Después de la guerra, intentó persuadir a la Comisión de Energía Atómica para que rechazara el desarrollo de la bomba de hidrógeno. Fue presidente de Harvard durante la era McCarthy, donde su historial en defensa de la libertad académica fue desigual. Fue embajador de Eisenhower en Alemania Occidental, y luego completó su carrera como estadista de la educación en América, trabajando por la reforma y la mejora.
Hershberg comenzó este estudio en septiembre de 1981 como su tesis de licenciatura en historia en Harvard. En la última década, ha realizado una inmensa cantidad de investigación y ha producido una biografía bien escrita, completa, sin prejuicios pero sensible, demasiado larga para la mayoría de los lectores, seguramente, pero bienvenida a los estudiosos. Conant estuvo involucrado en tantos y tan críticos acontecimientos que los estudiantes de casi cualquier aspecto de nuestra vida pública durante el último medio siglo encontrarán útil el nuevo material y las útiles ideas de este libro.
Hershberg lo expresa bien: La vida de Conant… ofreció una ventana a muchas de las transformaciones revolucionarias de la historia reciente de Estados Unidos los saltos cuánticos en las relaciones que vinculan a la ciencia, las universidades, el gobierno y el ejército de Estados Unidos; el cambio en la política exterior de Estados Unidos del aislacionismo al intervencionismo global; las tensiones en la educación, la sociedad y la política estadounidenses, exacerbadas por el macartismo y la bomba… . las alternancias filosóficas y existenciales en la relación de la humanidad con el universo después de Alamogordo.
Conant no era una persona especialmente simpática, y su reticencia lo hace un poco aburrido, pero anduvo con los hombres verdaderamente grandes de su época Truman, Eisenhower, Marshall, Acheson, Oppenheimer, Stimson, Dulles, Adenauer y otros y tuvo el respeto de todos ellos. Era profundamente pesimista sobre el futuro en la era atómica que tanto había contribuido a propiciar, pero a pesar de (o a causa de) sus temores, fue un militante de la Guerra Fría. Hershberg llega a la conclusión de que Conant fue tanto un líder clarividente y lúcido como un hombre que puso de manifiesto las limitaciones y los fallos de la clase dirigente estadounidense en un período de conflictos mundiales, cambios tecnológicos y tensiones internas.
Esta excelente biografía de uno de los líderes más importantes y complicados del siglo XX en Estados Unidos sitúa inmediatamente a James Hershberg como uno de los jóvenes historiadores más destacados de América.