Hay un dicho, famoso en el léxico americano, que dice «detrás de todo gran hombre hubo una gran mujer». Los historiadores están casi completamente de acuerdo en que Justiniano, el emperador bizantino de 527-565 fue un gran hombre. Sus reformas legales permitieron que el Imperio Romano de Oriente perdurara durante casi mil años después de su muerte. Sin embargo, cualquier estudio de los logros políticos, artísticos y económicos de Justiniano debe examinarse a través de la lente de la gran mujer que había detrás de él.
Uno de los mayores logros de Justiniano es que se casó bien. Su esposa, la emperatriz Teodora, era una inteligente política por derecho propio. Justiniano la trató como su igual intelectual y, a todos los efectos, gobernaron juntos el imperio. De hecho, a Teodora se le puede atribuir el mérito de haber salvado el trono en 532, cuando una revuelta amenazó con derrocar a Justiniano. Justiniano y su corte se disponían a huir de la ciudad en el exilio cuando se escuchó la apasionada petición de Teodora de luchar. La rebelión fue fácilmente sofocada y Justiniano permaneció como emperador.
Como emperador, Justiniano realizó grandes reformas en las áreas de derecho, desarrollo urbano y conquista. Su Código Justiniano puso freno a la corrupción burocrática en el imperio durante siglos. Teodora participó en estas reformas y convenció a Justiniano para que reformara las funciones y responsabilidades de las mujeres en el imperio. Teodora fue la responsable de establecer el decoro real en la corte que legitimó aún más la autoridad y el respeto de la corona. El propio Justiniano daría crédito a Teodora por su orientación y liderazgo en estos ámbitos.
La atracción inicial de Justiniano por Teodora puede haber sido física, pero no tardó mucho en respetar su inteligencia y habilidades políticas. Su voluntad de promover el talento de Teodora y permitirle tener voz en su corte debe considerarse uno de sus mayores logros.
Lecturas adicionales
- http://www.roman-emperors.org/dora.htm