Eyaculación, liberación de espermatozoides y plasma seminal del aparato reproductor masculino. La eyaculación tiene lugar en dos fases: en la primera, o de emisión, los espermatozoides se desplazan desde los testículos y el epidídimo (donde se almacenan los espermatozoides) hasta el comienzo de la uretra, un tubo hueco que atraviesa el pene y que transporta los espermatozoides o la orina; en la segunda fase, la eyaculación propiamente dicha, el semen se desplaza a través de la uretra y es expulsado del cuerpo.
Los espermatozoides que se almacenan en el cuerpo masculino no son capaces de moverse por sí mismos debido a la acidez de los fluidos que los acompañan. Cuando los espermatozoides reciben los fluidos, llamados plasma seminal, de los distintos órganos accesorios internos (glándula prostática, conductos eyaculatorios, vesículas seminales y glándulas bulbouretrales), la acidez disminuye. Al salir del cuerpo, los espermatozoides reciben oxígeno, que es vital para la motilidad. Al no poder salir del cuerpo masculino por su propia motivación, los espermatozoides son transportados por contracciones musculares. Durante la fase de emisión, los músculos que rodean el epidídimo y el conducto deferente (el tubo que sale del epidídimo) se contraen para empujar los espermatozoides hacia la próstata y la uretra. Durante la eyaculación, el semen es expulsado mediante fuertes contracciones espasmódicas del músculo bulbocavernoso, que rodea el cuerpo esponjoso (la estructura del pene que encierra la uretra). Todo el proceso de eyaculación se lleva a cabo mediante impulsos nerviosos recibidos desde el pene; una vez iniciada la eyaculación se convierte en un acto reflejo que no puede interrumpirse voluntariamente.
El líquido seminal no sale simultáneamente de las distintas glándulas accesorias. Una pequeña cantidad de secreción mucosa sale primero de las glándulas bulbouretrales y uretrales para limpiar la uretra y prepararla para el esperma. A continuación, sale el líquido de la glándula prostática y luego el de las vesículas seminales. Por último, se eyacula el líquido que contiene los espermatozoides. Una vez que el grueso de los espermatozoides ha pasado, siguen más fluidos que vuelven a limpiar la uretra. El volumen total de la eyaculación oscila por término medio entre 2 y 5 mililitros (de 0,12 a 0,31 pulgadas cúbicas) en el ser humano; de éste, sólo entre el 1 y el 5 por ciento son realmente espermatozoides. Los demás componentes del semen incluyen nutrientes, agua, sales, productos de desecho del metabolismo y restos celulares. Las secreciones de los testículos y de las glándulas accesorias se producen bajo la influencia de la hormona masculina testosterona; sin una cantidad suficiente de testosterona, las glándulas degeneran y no pueden secretar fluidos. Véase también erección.