¿Espinillas en la espalda? Puede que estés haciendo algo mal

Las espinillas no son otra cosa que pequeños granitos que aparecen en la piel debido a la obstrucción de los poros por exceso de sebo y por no llevar a cabo una exfoliación de forma regular. Además de en la cara, pueden salir en otras partes del cuerpo, como en la espalda, donde suelen ser especialmente molestas porque con el roce de la ropa pueden llegar a provocar dolor. Muchas mujeres sufren este problema, pero muy pocas saben cómo deshacerse de ellas correctamente. Por eso, te damos 4 consejos, rápidos y sencillos, sobre lo que debes hacer y lo que no. ¡Toma nota!

NO: Vestir con ropas ajustadas.

SÍ: Utilizar prendas limpias y holgadas.

Puede parecerte una tontería pero es más importante de lo que crees. Una de las causas por las que aparece acné en la espalda es la sudoración provocada por prendas de ropa ajustadas, por lo que, si éste es tu caso, lo mejor es que optes por utilizar prendas holgadas y de fibras naturales, como el algodón. Además, todo material que roce tu espalda deberá estar limpio por lo que te aconsejamos lavar la ropa después de cada uso. ¡Notarás la diferencia!

NO: Dejar restos de champú en el pelo.

Sí: Enjugarse la melena correctamente.

Seguro que después de leer esta frase te preguntarás qué tendrá que ver esto con los granitos en la espalda. Pues sentimos decirte que mucho. En ocasiones, es incluso la principal causa de la aparición de impurezas en el cuello, los brazos y la espalda. El champú es indispensable para lucir un cabello limpio, sano y fuerte, al igual que el acondicionador, pero es uno de los grandes enemigos de nuestra piel llegando a ocasionar problemas dermatológicos serios.

Lavar el pelo correctamente es esencial para prevenir la aparición de impurezas en la espalda.

Otro de los errores que solemos cometer cuando nos duchamos es lavarnos el cuerpo y el pelo en el orden incorrecto. Según los expertos, primero debemos acondicionar, aclarar y recoger el pelo en lo alto de la coronilla y, posteriormente, enjabonar el cuerpo. Esta es la única forma de evitar que los principios activos de los champús y los aceites de los acondicionadores puedan afectar a nuestra piel y, por tanto, ensuciar y obstruir los poros.

NO: Frotar la espalda con demasiada fuerza.

Sí: Utilizar una esponja o toalla suave.

Esto es de lógica pero conviene recordarlo ya que muchas, en su afán por acabar con las espinillas cuanto antes, caen en el tremendo error de frotar la espalda con excesiva fuerza. Si este es tu caso, sácate la idea de la cabeza. No porque te seques con más energía conseguirás acabar con los granos en un santiamén, todo lo contrario, favorecerás la aparición de rojeces, pequeñas heridas y ¡cicatrices! ¿Lo mejor? Opta por esponjas suaves y toallas de material fino mientras te das sutiles toquecitos en la espalda para secarla. Tardarán más en quitarse pero el resultado será infinitamente mejor.

NO: ‘Pasar’ de los exfoliantes.

SÍ: Exfolia tu espalda una vez a la semana.

Por último pero no por eso menos importante está el error de ‘pasar’ (casi) por completo de los exfoliantes corporales. Nos creemos que con limpiar el rostro es suficiente y nos olvidamos de que también debemos proteger el resto del cuerpo de la suciedad y de la aparición de impurezas. Tampoco hace falta que estés todo el día lavándote la espalda pero sí es conveniente que eches mano de un buen exfoliante corporal para eliminar el sebo acumulado en los poros y para favorecer la regeneración de células muertas.

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