Epilepsia Idiopática Canina

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Las crisis epilépticas se definen como signos transitorios debidos a una actividad neuronal anormal excesiva o sincrónica en el cerebro, y la epilepsia se refiere a al menos dos crisis no provocadas con más de 24 horas de diferencia. El término idiopático significa una enfermedad de causa desconocida. Ahora entendemos mejor que la epilepsia idiopática en los perros tiene muy probablemente una causa genética subyacente. A pesar de esta fuerte evidencia de una causa genética, la asociación de variantes genéticas específicas con la epilepsia en la mayoría de las razas ha permanecido esquiva. La prevalencia de la epilepsia es significativamente mayor en los perros de raza pura que en los de raza mixta. Los perros machos están más afectados que las hembras. La mayoría de los perros epilépticos tienen su primera convulsión entre 1 y 5 años de edad, y los perros en ese rango de edad son más propensos a ser diagnosticados como epilépticos idiopáticos, aunque alrededor de un tercio de los perros de 1 a 5 años de edad serán diagnosticados con una causa estructural o metabólica.

Signos clínicos

Las convulsiones en perros con epilepsia pueden ser generalizadas o focales en su inicio. Una convulsión generalizada consiste en movimientos de tipo tónico (rigidez) y clónico (remada) y el animal pierde el conocimiento. Una convulsión focal puede consistir en movimientos anormales en una parte del cuerpo con o sin cambio de conciencia. Es importante destacar que un perro con epilepsia es neurológicamente normal entre los episodios de convulsiones. La gravedad de las crisis puede empeorar con el tiempo. A veces, las convulsiones pueden durar más de cinco minutos (estatus) o producirse una tras otra en un periodo de tiempo corto (racimo). Ambas situaciones requieren un manejo inmediato por parte de un veterinario de atención primaria.

Diagnóstico

La epilepsia idiopática se diagnostica descartando otras enfermedades adquiridas que también pueden manifestar convulsiones. Una base de datos mínima que incluya un hemograma completo, un análisis bioquímico y un análisis de orina es útil para excluir otras enfermedades sistémicas subyacentes fuera del cerebro. Estos procedimientos de pruebas de diagnóstico también ayudan a garantizar que el animal esté sano para la anestesia. La resonancia magnética es la técnica de imagen preferida para el diagnóstico presuntivo de la epilepsia al descartar otras enfermedades que se identifican por lesiones estructurales como la inflamación o un tumor cerebral. El análisis del líquido cefalorraquídeo puede ayudar al diagnóstico y a descartar una enfermedad inflamatoria.

Tratamiento

La decisión de iniciar el tratamiento con fármacos antiepilépticos se basa en una serie de factores, como la causa de las crisis, el riesgo de recurrencia, el tipo de crisis y los efectos secundarios de la medicación. La decisión del clínico de iniciar el tratamiento se basa en el riesgo frente al beneficio y en la evaluación individualizada del paciente, al tiempo que se tienen en cuenta los compromisos financieros y emocionales del propietario. En los perros, el tratamiento de las convulsiones a largo plazo tiene más éxito si la terapia se inicia pronto después de la aparición de las convulsiones, especialmente en los perros con convulsiones frecuentes y en las razas de perros que se sabe que tienen una epilepsia grave.

Aunque se utilizan diversos fármacos para el tratamiento de los perros epilépticos, no existen directrices basadas en la evidencia sobre la elección de un fármaco de primera línea para el tratamiento a largo plazo del control de las convulsiones en los perros. En principio, se prefiere la administración de un único fármaco porque se evitan las interacciones farmacológicas y es más cómodo para el propietario. El fenobarbital y el bromuro de potasio se han utilizado como fármacos únicos de primera elección para el tratamiento a largo plazo de la epilepsia en perros debido a su larga historia, su amplia disponibilidad y su bajo coste. Durante los últimos 20 años, se han desarrollado muchos fármacos antiepilépticos más nuevos con menos efectos secundarios e interacciones farmacológicas para el tratamiento de la epilepsia humana. Se ha determinado que muchos de estos mismos fármacos son seguros también en nuestros pacientes veterinarios, como el levetiracetam, la zonisamida, la gabapentina y la pregabalina.

Después de iniciar una terapia, es importante monitorizar sistemáticamente el control de las convulsiones, los efectos sistémicos del fármaco y las concentraciones del mismo en la sangre. El objetivo de la monitorización del tratamiento es optimizar el control de las convulsiones y minimizar los efectos adversos. El manejo de la epilepsia depende de la observación precisa del propietario al evaluar la eficacia de la terapia. Los propietarios deben mantener un registro para documentar las convulsiones y los cambios en la administración de la medicación. Los ajustes en la dosificación a menudo se basan en la evaluación del control de las convulsiones, además de la concentración del fármaco en la sangre y los efectos secundarios del mismo. Es importante realizar una evaluación periódica de las concentraciones en sangre, incluso en momentos en los que las crisis están bien controladas, con el fin de vigilar los niveles tóxicos, especialmente en el caso de los fármacos con un mayor potencial de efectos secundarios (es decir, fenobarbital y bromuro de potasio), para vigilar las fluctuaciones de la concentración en sangre, y para saber cuándo es necesario realizar cambios en la terapia.

Pronóstico

Alrededor del 60-70 por ciento de los perros epilépticos logran un buen control de las crisis cuando su terapia se supervisa cuidadosamente. Los perros que no están bien controlados corren el riesgo de que se les practique la eutanasia debido a la mala calidad de vida del perro y de sus propietarios. Los factores de riesgo para la eutanasia incluyen una edad temprana de inicio, una alta frecuencia inicial de convulsiones, un mal control de las mismas y episodios de estado epiléptico, o convulsiones que duran más de cinco minutos. Aproximadamente el 40-60 por ciento de los perros con epilepsia tienen uno o más episodios de convulsiones en racimo o estado epiléptico, y una vida media de sólo 8 años, en comparación con los 11 años de los que tienen epilepsia sin episodios de estado epiléptico. Se sabe que los perros epilépticos que han sufrido crisis en racimo tienen muchas menos probabilidades de lograr la remisión con cualquier tratamiento. Aunque la esperanza de vida de la mascota no se vea afectada, las probabilidades de que un epiléptico entre en remisión completa y no requiera una terapia continua son bajas: entre el 6 y el 8% en los perros. Por lo tanto, los perros con epilepsia suelen requerir una terapia de por vida y el compromiso del propietario de la mascota. El equilibrio entre la calidad de vida y el éxito terapéutico suele ser la clave del compromiso del propietario con la terapia de su mascota.

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