por Jessica Vogelsang, DVM
Pídale a cualquiera que nombre los órganos vitales del perro y obtendrá lo habitual: riñón, corazón, pulmones, cerebro, pero por alguna razón la gente sigue olvidando el hígado. Puede que no parezca gran cosa -una gran cuña de tejido de color marrón turbio que se encuentra inmóvil en el abdomen- pero no se deje engañar; el hígado es tan vital para la vida como lo puede ser un órgano.
Debido a su papel central en el cuerpo, el hígado es susceptible de sufrir una gran variedad de problemas que pueden amenazar la salud de los perros, por lo que es importante que los propietarios conozcan los signos y las causas de las enfermedades hepáticas para mantener a su mascota en un estado de salud óptimo.
Signos de enfermedad hepática en perros
El hígado es un órgano polivalente: desintoxica la sangre, ayuda a descomponer los fármacos, metaboliza las fuentes de energía, almacena las vitaminas y el glucógeno, produce los ácidos biliares necesarios para la digestión y fabrica importantes proteínas necesarias para la coagulación de la sangre. Debido al papel que desempeña entre bastidores en tantas funciones corporales importantes, la enfermedad hepática puede manifestarse como una amplia variedad de síntomas dependiendo de la función vital afectada. Las enfermedades hepáticas suelen tener un efecto en cascada sobre otros sistemas corporales.
Uno de los síntomas más comunes de las enfermedades hepáticas es la ictericia, un tono amarillento en la piel que se observa con mayor frecuencia en los ojos, las encías y las orejas. El hígado se encarga de excretar la bilirrubina, un subproducto de la descomposición de los glóbulos rojos. Cuando el hígado no funciona como debería, esta bilirrubina se acumula en la sangre y provoca el aspecto amarillento del paciente.
La encefalopatía hepática es otra de las secuelas comunes de las enfermedades del hígado. La encefalopatía hepática hace referencia a un conjunto de signos neurológicos que se producen en las mascotas con enfermedad hepática y que incluyen convulsiones, desorientación, depresión, presión en la cabeza, ceguera o cambios de personalidad.
Otros síntomas comunes de la enfermedad hepática son los signos gastrointestinales, como la disminución del apetito, los vómitos y la diarrea, la pérdida de peso, el aumento de la bebida y la orina y los cambios en el color de las heces. Los perros pueden desarrollar retención de líquidos en el abdomen, comúnmente conocida como ascitis.
Su veterinario puede recomendar pruebas de diagnóstico para evaluar la función hepática de su mascota y determinar la causa de la enfermedad hepática. Las pruebas comúnmente recomendadas son los análisis de sangre, las ecografías abdominales, las radiografías y los análisis de orina.
Trastornos comunes del hígado canino
Anomalías de los vasos: En los perros jóvenes, uno de los trastornos hepáticos más comunes es un defecto de nacimiento llamado shunt portosistémico congénito. En estos casos, hay un vaso sanguíneo que evita el hígado, lo que provoca una acumulación de toxinas de la que normalmente se encargaría el hígado. Los shunts portosistémicos congénitos se sospechan en perros jóvenes que tienen un crecimiento atrofiado, desarrollan convulsiones o parecen desorientados.
En perros mayores, es más común ver shunts adquiridos, que se desarrollan cuando hay un respaldo de presión sanguínea en el hígado debido a la hipertensión o la cirrosis. En un esfuerzo por sortear la región «atascada», crecen nuevos vasos para sortear la zona bloqueada, pero también sortean las propias células hepáticas.
El tratamiento depende de la anatomía de la derivación. Si consiste en un gran vaso fuera del hígado, como es más común en las derivaciones congénitas de los perros de raza pequeña, la cirugía puede tener mucho éxito. Las derivaciones dentro del hígado o las que consisten en múltiples vasos pueden no ser reparables quirúrgicamente, y en esos casos el paciente tiene que ser tratado con una dieta baja en proteínas y medicamentos para ayudar a reducir la cantidad de toxinas en la sangre. En estos casos, el problema hepático no se cura, sino que se hace hincapié en el control de los síntomas.
Enfermedades endocrinas: Ciertas enfermedades que afectan a las glándulas endocrinas pueden provocar problemas hepáticos. La diabetes mellitus, el hiperadrenocorticismo (enfermedad de Cushing) y el hipertiroidismo pueden provocar un deterioro de la función hepática debido a sus efectos sobre el órgano. En estos casos, el tratamiento de la enfermedad endocrina subyacente es el componente más importante para mejorar la función hepática.
Enfermedades infecciosas: Dado que todo el volumen sanguíneo pasa por el hígado, éste es especialmente susceptible a una variedad de enfermedades infecciosas. El hígado puede ser infectado por bacterias, virus, parásitos u hongos.
La enfermedad viral más común asociada al hígado canino es la hepatitis infecciosa canina, que puede causar inflamación y cicatrices. Se trata de una enfermedad que se puede prevenir con una vacuna.
La leptospirosis es una infección bacteriana que puede provocar una enfermedad hepática, aunque mucha gente la asocia más con la enfermedad renal. Los perros se infectan con leptospirosis a través de fuentes de agua contaminadas, y la enfermedad puede contagiarse a los humanos.
La leptospirosis se diagnostica mediante un análisis de sangre o una biopsia de tejido. Aunque puede ser difícil de diagnosticar debido a la gran variedad de signos clínicos inespecíficos, la infección bacteriana puede desaparecer con un tratamiento temprano. Los daños hepáticos y renales secundarios pueden ser permanentes. Existen vacunas comerciales contra la leptospirosis para los perros de riesgo.
La coccidioidomicosis y la histoplasmosis son las causas más comunes de enfermedad hepática por hongos. Los perros están expuestos a través de esporas en el ambiente. Estas infecciones fúngicas pueden ser difíciles de eliminar y a menudo requieren meses de tratamiento con medicamentos antifúngicos. Debido a la dificultad de tratar la enfermedad fúngica del hígado, el pronóstico a largo plazo es reservado.
Masas hepáticas: Los perros son susceptibles de padecer varios tipos de masas hepáticas. Los quistes hepáticos pueden estar presentes desde el nacimiento o adquirirse con la edad. Aunque suelen ser benignos, los quistes grandes o en crecimiento pueden causar síntomas de enfermedad hepática. La escisión quirúrgica suele ser curativa.
Cáncer de hígado: El cáncer de hígado se presenta en dos formas principales: tumores primarios, que se originan en el hígado, y tumores secundarios o metastásicos, lo que significa que se propagan desde otra zona del cuerpo. Los tumores primarios son menos frecuentes que los metastásicos. Dependiendo del tipo de cáncer, la ubicación y el número de masas, los tratamientos pueden incluir la cirugía, la quimioterapia, la radiación o una combinación.
Enfermedades hepáticas específicas de la raza en los perros
Ciertas razas de perros están predispuestas a afecciones hepáticas específicas. La enfermedad por almacenamiento de cobre es un problema conocido en los Bedlington terriers, Doberman pinschers, Skye terriers y West Highland white terriers. En estos perros, un defecto metabólico hace que el cobre permanezca en el hígado, lo que provoca una hepatitis crónica. La amiloidosis, causada por una proteína malformada que se acumula en las células, es una enfermedad de los Shar-peis chinos.
¿Las enfermedades hepáticas son mortales para los perros?
Dependiendo de la gravedad de la enfermedad y de si la causa subyacente puede tratarse o eliminarse, el pronóstico de las enfermedades hepáticas caninas varía. Si se aborda la causa antes de que se produzcan daños a largo plazo, el pronóstico puede ser excelente. El hígado es el único órgano visceral que se sabe que se regenera, por lo que en ese sentido es realmente notable.
La enfermedad hepática crónica o grave, sin embargo, tiene un pronóstico más pobre. En esos casos, el tratamiento se limita a controlar la progresión de la enfermedad y a minimizar los síntomas.
El tratamiento médico más común consiste en una dieta más rica en carbohidratos/baja en proteínas para reducir la cantidad de amoníaco circulante en el torrente sanguíneo, suplementos vitamínicos, lactulosa para fijar las toxinas en el intestino, antibióticos y vitamina K si el paciente tiene problemas de sangrado. Es esencial que su veterinario controle regularmente a su mascota si tiene una enfermedad hepática para controlar los síntomas.
Incluso con un tratamiento intensivo, muchos pacientes mueren a causa de su enfermedad, aunque un buen control prolonga la duración y la calidad de sus vidas.
¿Cómo se puede prevenir la enfermedad hepática en los perros?
No todos los casos de enfermedad hepática pueden prevenirse, pero ciertas precauciones pueden reducir el riesgo de enfermedades específicas. Los perros deben ser vacunados contra la hepatitis infecciosa canina y, en el caso de algunos perros, contra la leptospirosis. Mantenga a su mascota alejada de las toxinas conocidas. Y lo más importante, conozca los signos de una enfermedad hepática y acuda al veterinario cuanto antes si está preocupado. La intervención y el tratamiento tempranos son uno de los factores clave para tratar la enfermedad hepática y prevenir los signos graves.