El hombro tiene el mayor rango de movimiento de cualquier articulación del cuerpo y la abducción del hombro es un componente esencial de muchas actividades de la extremidad superior. La abducción del hombro es uno de los pocos movimientos articulares que tiene un rango normal de al menos 180 grados.
Una de las razones de este amplio rango es que la abducción del hombro es mucho más compleja que el movimiento de la articulación glenohumeral por sí sola. La abducción requiere un movimiento coordinado de la articulación glenohumeral y la articulación escapulotorácica y esto se denomina ritmo escapulohumeral (o escapulotorácico).
El propósito del ritmo escapulohumeral es doble. En primer lugar, permite que la fosa glenoidea mantenga una buena posición para los diversos movimientos de la cabeza del húmero. En segundo lugar, la posición cambiante de la fosa glenoidea permite una mejor relación longitud-tensión en los músculos que actúan a través de la articulación glenohumeral para producir el movimiento del hombro.
Hay dos componentes de movimiento clave del ritmo escapulohumeral. El primero es la abducción de la articulación glenohumeral. La abducción de la articulación glenohumeral es producida principalmente por los músculos supraespinoso y deltoides. La segunda parte del ritmo escapulotorácico es la rotación hacia arriba de la escápula. La rotación hacia arriba de la escápula la producen principalmente las fibras superiores e inferiores del trapecio, así como el músculo serrato anterior.
Si el ritmo escapulotorácico se coordina correctamente, un individuo tendrá aproximadamente 120 grados de abducción glenohumeral y 60 grados de rotación hacia arriba de la escápula. La relación entre el movimiento de la articulación glenohumeral y el de la articulación escapulotorácica es de aproximadamente 2:1. Estos movimientos no son secuenciales, sino principalmente concurrentes. Esto significa que la mayor parte de la abducción glenohumeral y la rotación escapular hacia arriba se producen al mismo tiempo.
La figura siguiente muestra el húmero en 120 grados de abducción. En este punto parte del movimiento ha ocurrido en la articulación glenohumeral y parte ha ocurrido en la articulación escapulotorácica. Así que, usando la idea de la proporción 2:1 ha habido unos 80 grados de abducción en la articulación glenohumeral y unos 40 grados de rotación hacia arriba de la escápula para totalizar 120 grados de abducción.
Entender cómo estos movimientos en la articulación glenohumeral y la escápulotorácica trabajan juntos es muy importante cuando se miran las quejas del hombro. Por ejemplo, una lesión en el nervio torácico largo que inerva el músculo serrato anterior, como por ejemplo por las correas de las mochilas pesadas, puede perjudicar la función del músculo serrato anterior. Si el serrato anterior no funciona correctamente, la escápula no girará lo suficiente hacia arriba. Si no gira lo suficiente hacia arriba, el húmero puede comprimir la parte inferior de la apófisis del acromion durante el intento de abducción y provocar un pinzamiento del hombro o trastornos del manguito de los rotadores.
Otro ejemplo común de la importancia del ritmo escapulohumeral se pone de manifiesto con la capsulitis adhesiva del hombro (también llamada hombro congelado). En esta condición, la cápsula de la articulación glenohumeral se adhiere a sí misma y no permite el movimiento completo. Cuando esto ocurre habrá una alteración muy evidente del ritmo escapulohumeral. Cualquier intento de abducción normalmente requerirá una sustitución significativa y a menudo se verá un movimiento como el que se muestra en la figura de abajo, cuando un individuo intenta la abducción.
Identificar los patrones de movimiento adecuados y disfuncionales en varias articulaciones será de gran ayuda para entender la naturaleza de ciertas patologías que afectan a esas articulaciones. Para que podamos entender la mejor manera de tratar diversos problemas del hombro, debemos ser capaces de reconocer y evaluar tanto los patrones de movimiento correctos como los disfuncionales.