El padre de la taxonomía

La Sociedad Linneana de Londres es la sociedad biológica activa más antigua del mundo. Fue fundada en 1788 por Sir James Edward Smith (1759-1828), que fue su primer presidente. La Sociedad toma su nombre del naturalista sueco Carl Linnaeus (1707-1778), cuyas colecciones botánicas, zoológicas y de biblioteca están bajo su custodia desde 1829. Estas colecciones únicas tienen una importancia fundamental y continua como referencia primaria para la taxonomía. Se ven reforzadas por la rica biblioteca de la Sociedad, que proporciona recursos clave para la investigación.

El establecimiento de convenciones universalmente aceptadas para la denominación de los organismos fue la principal contribución de Linneo a la taxonomía; su trabajo marca el punto de partida del uso consistente de la nomenclatura binomial. Durante la expansión del conocimiento de la historia natural en el siglo XVIII, Linneo también desarrolló lo que se conoció como la taxonomía linneana; el sistema de clasificación científica que ahora se utiliza ampliamente en las ciencias biológicas.

Linneo fue la primera persona que describió a los murciélagos como mamíferos en lugar de aves, y situó a los humanos en la familia de los primates. Linneo no clasificó a los humanos junto a los simios con ninguna idea de vínculo evolutivo. Lo hizo con el mismo razonamiento que utilizó para categorizar toda la vida, que fueron las similitudes que identificó entre las especies.

Más notablemente, Linneo inventó las fichas. Lo hizo en respuesta a sus listas de especies, cada vez mayores, que requerían un método de catalogación que fuera fácilmente ampliable y fácil de reorganizar. Ustedes, escritores de discursos y dadores, pueden agradecer a Linneo su herramienta principal.

A menudo referido como el padre de la taxonomía, Linneo estableció tres reinos, a saber, Regnum Animale, Regnum Vegetabile y Regnum Lapideum. Este planteamiento, el de los reinos animal, vegetal y mineral, pervive en la actualidad. Piensa en 20 preguntas.

La obra de Linneo tuvo un enorme impacto en la ciencia; fue indispensable como base de la nomenclatura biológica, ahora regulada por los códigos de nomenclatura. Dos de sus obras, la primera edición de las Species Plantarum (1753) para las plantas y la décima edición del Systema Naturae (1758), se aceptan como parte de los puntos de partida de la nomenclatura; sus binomios (nombres para las especies) y los nombres genéricos tienen prioridad sobre los de otros.

El punto fuerte de la taxonomía linneana es que puede utilizarse para organizar los diferentes tipos de organismos vivos, de forma sencilla y práctica. Cada especie puede recibir un nombre único, en comparación con los nombres comunes que a menudo no son únicos ni consistentes de un lugar a otro y de una lengua a otra. Esta unicidad y estabilidad son el resultado de la aceptación por parte de los biólogos especializados en taxonomía, no sólo de los nombres binomiales en sí mismos, sino de las reglas que rigen el uso de estos nombres, que se establecen en códigos de nomenclatura formales.

Aunque la forma del sistema de clasificación linneano sigue siendo sustancialmente la misma, el razonamiento que lo sustenta ha sufrido un cambio considerable. Para Linneo y sus contemporáneos, la taxonomía servía para demostrar racionalmente el orden inmutable inherente a la creación bíblica, pero también era un fin en sí mismo.

Melody K. Smith

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