El término remitente se utiliza para designar a aquella persona responsable de enviar algo, en el mayor porcentaje de los casos, cartas o documentos escritos aunque también puede ser para paquetes, objetos o demás. El término proviene del verbo remitir, que no sería más que enviar o direccionar un objeto o documento a alguna dirección particular. En la tradición de enviar cartas o documentos escritos, el remitente suele escribirse en la parte posterior luego de anotarse en la parte frontal todos los datos necesarios para que el objeto o documento en cuestión llegue a destinatario.
Usualmente, en el lenguaje común el término remitente suele utilizarse para hacer referencias a cartas o al envío de paquetes, no más que eso. Sin embargo, es justo que señalemos que remitente es cualquier persona o individuo que envía o transmite un mensaje a otra persona. De este modo, todos somos remitentes en varios momentos del día a partir de la realización de diferentes actos: enviar un mensaje de texto por celular o un email, los medios de comunicación, una película o una canción, un comunicado de oferta en un negocio, incluso el simple y común acto de hablar entre dos personas de manera presencial. Todo esto se ve hoy en día constantemente debido a la explosión y expansión que los diferentes medios de comunicación y las tecnologías muestran en los últimos años.
El remitente es obviamente un personaje de central importancia en todo lo que hace a la comunicación. Esto es evidente ya que sin él no existiría la comunicación: el remitente es el encargado de enviar o transmitir un mensaje. Sin él, tampoco existiría el receptor, aquel que lo recibe. Y, por último, tampoco existiría el medio a través del cual se da ese mensaje, ya sea papel, sonido, tecnologías audiovisuales, etc.
La comunicación es también de gran relevancia para el ser humano, siendo este el único que ha desarrollado un lenguaje abstracto con el cual entenderse. Si bien muchos animales también tienen lenguajes de señas, sonidos o gestos, estos son todos de menor desarrollo y no parecen tener una lógica semejante a la de los idiomas creados por el ser humano.