El hedonismo es aquella corriente filosófica que propone la consecución del placer como objetivo supremo de lograr por identificarlo con el bien.
Corriente filosófica que promueve como objetivo máximo el placer por asociarlo directamente con el bien
Es decir, para los hedonistas, tal como se denomina a quienes sostienen esta filosofía de vida, el placer resulta ser el fin supremo de la vida y por tanto orientarán toda su existencia a la búsqueda del placer y la supresión de una cuestión que ciertamente se contrapone al placer: el dolor.
De acuerdo al hedonismo todo aquello que hace el hombre resulta ser un medio para conseguir alguna otra cosa, únicamente al placer el hombre lo buscará por sí mismo.
Máxima de la vida hedonista: disfrutar y disfrutar
Llevar a cabo una vida hedonista supone entre otras cuestiones y preceptos: tomarse un tiempo para el disfrute, darse gustos cuando los necesite, intentar no racionalizar tanto las emociones cuando son agradables, más bien disfrutarlas y listo, e incentivar la curiosidad.
En tanto, la ambigüedad que per se presenta el concepto de placer genera que en muchas ocasiones pensadores y pensamientos que hablan de alguna manera sobre la primacía del placer sean colocados bajo el manto del hedonismo, aunque a veces los mismos no coincidan con esta corriente ética.
Tipos de Hedonismo, destaca el Epicureísmo
Existen dos categorías de Hedonismo, el Hedonismo ético y el Hedonismo psicológico.
La Escuela Cirenaica fundada por Aristipo de Cirene, entre los siglos IV y III A. C. es una de las escuelas clásicas de Hedonismo. Según Cirene el placer es el bien superior al que todo ser humano debe aspirar a conseguir y por tanto fue un notable promotor de las gratificaciones corporales en detrimento de las mentales y espirituales.
Otra escuela clásica que sostiene el Hedonismo es el Epicureísmo, sin embargo, esta asocia al placer con la tranquilidad y sostiene que en la adquisición inmediata del placer se consigue reducir el deseo.
Sin dudas el Epicureísmo está considerada como la representante más emblemática de esta tendencia filosófica. Mientras tanto es al filósofo griego Epicuro a quien se lo reconoce como padre y fundador. Este pensador griego vivió entre los siglos IV y III A.C.
Su máxima giraba alrededor del pensamiento que el placer de los sentidos y la erradicación del dolor, que se logran mediante la razón y la prudencia, son los objetivos fundamentales de la existencia. Las acciones y por supuesto también las omisiones deben estar dirigidas a ello si es que el ser humano se propone alcanzar la felicidad.
Epicuro les recomendaba a sus seguidores que primero se debía satisfacer aquellos deseos que son necesarios para poder vivir y luego aquellos que también son naturales pero no indispensables, tal es el caso de las manifestaciones artísticas, expresiones sexuales, interacciones sociales, entre otras.
Ahora bien, Epicuro decía que ello no debía dominar a la persona de ningún modo.
Por otra parte, sostuvo que los deseos vinculados al poder político y la fama son efímeros y entonces no deben ser considerados antes que los mencionados.
También recomendaba no temerle a la muerte porque no produce sensación en los alcanzados por la misma y abordó otras cuestiones que siempre preocuparon al hombre como los alimentos y el tiempo diciendo que los primeros y mejores son los más sabrosos y el mejor tiempo será aquel que produce mayor placer.
Epicuro fundó una escuela muy famosa en la capital griega de Atenas, llamada El Jardín, allí se reunía con discípulos y la idea de estar emplazada en un jardín no era caprichosa sino que estaba vinculada a otra máxima que difundía Epicuro al respecto de amar la naturaleza por sobre todas las cosas.
La principal diferencia entre las dos corrientes hedonistas mencionadas es que la primera de Cirene tenía una propuesta más egoísta porque buscaba la anteposición de los intereses personales.
Vinculación al Utilitarismo
Una versión más moderna del Hedonismo apareció en el siglo XVIII, en Inglaterra, encabezada por diversos filósofos británicos como Jeremy Bentham y John Stuart Mill, entre otros, quienes también proponían al placer como fin último, aunque su búsqueda debe ajustarse siempre al beneficio de la sociedad, porque el máximo placer implica jamás olvidarse del otro.
Buena parte de las religiones condenan al Hedonismo por considerarlo preeminentemente inmoral y por quitar el foco de sus principales dogmas.
El Cristianismo, por ejemplo, lo condena porque se contrapone a su dogma principal: por sobre todas las cosas y ante todo amar a Dios y al prójimo.