Encontrar tu paz interior suena serio. Implica centrar tu atención en una cosa -el momento presente-, lo que no es fácil de hacer para todos. Mientras lees esto, ¿estás realmente aquí? ¿O tu mente está entrando y saliendo del pasado? ¿Pensando en tu lista de tareas para el resto del día? ¿Si llegarás a esa fecha límite? ¿Qué vas a cenar esta noche?
¿Cuántas veces te has subido a tu coche y has conducido a algún lugar de forma segura – y luego te has preguntado cómo has llegado hasta allí, ya que estabas tan perdido en tus pensamientos? Antes de que puedas ser consciente y encontrar la paz interior, tienes que aceptar lo desconsiderado que puedes ser a veces. Y luego tienes que cambiarlo. He aquí cómo:
Despeja tu vida
Lo primero es lo primero: despeja las cubiertas. Revisa tu calendario y asegúrate de que sabes lo que va a pasar en las dos próximas semanas. Revisa tus objetivos, averigua si tu vida necesita un reequilibrio y anota lo que deba cambiar. ¿Qué es lo más importante? ¿La salud? ¿La familia? ¿Un proyecto especial? Una vez que tu mente esté despejada y tus acciones establecidas, podrás seguir tu vida con menos fricción. Tendrás un sistema de atención plena para que la calma llegue más fácilmente.
Respira más
Es obvio pero se pasa por alto. La respiración profunda y controlada desencadena nuestra «respuesta de relajación», ralentizando nuestro ritmo cardíaco, relajando nuestros músculos, calmando nuestros nervios y reforzando nuestro sistema inmunológico. Inspirar y espirar desde el vientre, inspirar y espirar por la nariz, y espirar un poco más de lo que se inspira. Tanto si acabas de perder el tren como si tu jefe se está portando fatal, el estrés frecuente es un obstáculo para la paz interior. Hacer de tu respiración una compañía constante y ser consciente de tu cuerpo puede ayudarte a pensar y sentirte mejor.
Todo lo que hagas, hazlo con atención
Come con atención, camina con atención, respira con atención, huele con atención. Sí, es una palabra de moda para el bienestar, pero tiene más sentido cuando se desglosa en una práctica de sentido común. En pocas palabras, la atención plena consiste en volver a conectar con los sentidos. Un ejemplo: la próxima vez que tomes una tableta de chocolate, no te la comas de golpe. Observa su aspecto, huélelo, nota cómo la saliva empieza a llenar tu boca. Colócalo en tu lengua y pruébalo de verdad. ¿Está salado? ¿Es cremoso? ¿Afrutado? ¿Cómo se siente? Sé consciente de las sensaciones que tienes en la boca, la garganta y el cuerpo mientras comes, así como del regusto. La meditación puede ayudarte a estar en sintonía. Aquí tienes algunos consejos sobre cómo incluir la meditación en un estilo de vida ajetreado.
Busca lo positivo
Es más fácil decirlo que hacerlo, ¿verdad? Una vez que somos conscientes de que la negatividad genera respuestas físicas no deseadas -desde el aumento de la presión arterial hasta los problemas digestivos-, no sólo es una forma sencilla de sentirse más en paz con uno mismo, sino que también mejora la salud. Dedica más tiempo a centrarte en emociones como la gratitud, la esperanza, la diversión, el orgullo y la inspiración. Escucha la música que te gusta. Lee libros que te hagan feliz. Estimula las endorfinas con una divertida clase de ejercicio. Deja de trabajar hasta tarde y descansa más: tu cuerpo y tu mente te lo agradecerán.