Generalmente, cualquier cirugía de rodilla para aliviar el dolor de la artritis se considera una cirugía electiva, lo que significa que es el paciente quien decide si se opera o no. Normalmente, los pacientes que padecen artritis de rodilla se plantean la cirugía cuando:
- La calidad de vida se ve significativamente afectada debido al dolor y a las limitaciones funcionales
- Se han probado soluciones no quirúrgicas para controlar el dolor, como la medicación y la fisioterapia, durante varios meses o más sin una mejora satisfactoria
- Una radiografía o una resonancia magnética confirma la degeneración de la articulación de la rodilla.
Por supuesto, las personas difieren en lo que consideran cambios «significativos» en la calidad de vida, así como en su tolerancia al dolor. Algunas personas consideran que la artritis de rodilla es un problema importante si les impide hacer deporte o dar largos paseos. Otras personas no consideran que la artritis de rodilla sea un problema importante hasta que el dolor interrumpe el sueño o afecta a su capacidad para realizar incluso actividades sencillas, como las tareas domésticas.
Cuando una persona está preparada para considerar la cirugía de rodilla, su médico puede recomendar una o dos opciones quirúrgicas. Las cirugías más comunes para tratar la artritis de rodilla son:
- Sustitución total de rodilla (artroplastia total de rodilla)
- Sustitución parcial de rodilla (artroplastia unicompartimental de rodilla)
- Osteotomía de rodilla (osteotomía tibial u osteotomía femoral)
- Rodilla artroscopia
- Reparación y restauración del cartílago
Es importante tener en cuenta que una cirugía que funciona bien para un paciente con artritis de rodilla puede no funcionar bien para otro. La anatomía de la rodilla y la degeneración de la articulación de la rodilla pueden variar considerablemente de una persona a otra. También existe variabilidad entre los hospitales y los cirujanos, tanto en lo que respecta a las técnicas quirúrgicas como a la experiencia.
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La cirugía selectiva de rodilla puede programarse para un momento que sea conveniente para el paciente. Los pacientes pueden planificar los acontecimientos de su vida, como jubilaciones, bodas y vacaciones, para asegurarse de que pueden dedicar el 100% de su esfuerzo al descanso y la rehabilitación en las semanas posteriores a la cirugía.