En una palabra: el tamaño. Ambas son venas anormales causadas por válvulas defectuosas que permiten que la sangre se acumule y agrande las venas.
Por definición, las arañas vasculares tienen menos de un milímetro de diámetro, y las varices tienen más de tres milímetros de diámetro. Las arañas vasculares aparecen como finas líneas rojas, azules o moradas. A menudo se encuentran en racimos y no suelen sobresalir. Su longitud puede ser de media pulgada a varios centímetros. La mayoría de las arañas vasculares no causan ningún síntoma. En algunos casos pueden provocar picor, ardor o sangrado. No se asocian a un mayor riesgo de coágulos sanguíneos. Las arañas vasculares se tratan con escleroterapia y terapia láser de superficie.
Las venas varicosas suelen ser abultadas y pueden tener una longitud tan corta como un centímetro o hasta un metro. Pueden tener el color de la piel normal, o pueden tener un aspecto azulado, verdoso o un tinte púrpura. Pueden ser asintomáticas o pueden doler, picar, arder o sangrar. Las varices pueden desarrollar coágulos de sangre, una afección denominada trombosis venosa superficial o flebitis. Esta afección puede ser bastante dolorosa y la zona se vuelve sensible, roja e hinchada durante unas semanas. Suele tratarse de forma conservadora y se resuelve por sí sola, aunque en ocasiones es necesario un tratamiento que puede incluir anticoagulantes o la extirpación de la sección de la vena coagulada. Las varices se tratan mediante una microflebectomía ambulatoria.