Hay una sensación horrible que quizá conozcas. Viene en diferentes formas. Hace surgir diferentes pensamientos e historias. Y puede ser sutil a veces e intenso otras. Es la sensación de que no puedes hacer frente a la situación.
Sea cual sea la lucha a la que nos enfrentemos, sea cual sea la situación a la que nos enfrentemos, a veces no podemos ver el lado bueno. Es un sentimiento horrible y puede dejarnos impotentes y sin esperanza. Pero hay cosas que podemos hacer al respecto. Aquí están:
Primero, empecemos con las malas noticias: Estamos en una situación trágica. Cuando más necesitamos el amor, la única persona que podría dárnoslo a menudo decide enfrentarse a nosotros con críticas e insultos. Pero antes de que te enfades con esa persona, espera un segundo… Porque esa persona eres tú. No añadas otra ronda de autocrítica sólo porque no te estás tratando bien.
En nuestros momentos más terribles, lo que más necesitamos es hacernos amigos de nosotros mismos. Necesitamos darnos cuenta de que ese sentimiento horrible que tenemos (del que hablaba en la introducción de este post), no es exclusivo de nosotros. Es un sentimiento tan común y fundamentalmente humano que todas las personas de este planeta lo conocen (excepto un puñado de psicópatas, hay que reconocerlo).
En esos momentos de mayor ansiedad o de menor ánimo, darse cuenta de que no eres el único que se siente así es el primer paso. Lo siguiente es ser amable contigo mismo y tratarte bien. Imagina que eres tu propio mejor amigo y trátate en consecuencia. Asegúrate de no castigarte con dureza, sino de enfrentarte a este horrible sentimiento con la actitud cariñosa que necesitas en este momento.
Enfócate
Siguiente: Enciérrate.
No, no te estoy recomendando que te encierres en una habitación como harían tus padres. Esto no es un castigo. Más bien, el enraizamiento significa entrar en contacto con tus cinco sentidos y desplazar tu atención de los pensamientos a tus sensaciones y otras experiencias sensuales.
En cierto modo, te enraizas en el momento presente como un pararrayos en una casa. Al igual que un rayo, los pensamientos desagradables y repetitivos pueden surgir de la nada. Pero al centrarte en tus sensaciones y en tus otros sentidos, los pensamientos pueden dejarse ir. No hay necesidad de insistir en ellos.
La conexión a tierra puede hacerse de diferentes maneras. Normalmente implica conectar con cada uno de tus sentidos. Por ejemplo, puedes empezar escuchando cinco sonidos diferentes. A continuación, toca cinco cosas diferentes y presta la debida atención a las sensaciones que esto te produce. A continuación, busca cinco cosas que puedas ver. Y si eres realmente ambicioso, también puedes intentar encontrar cinco cosas que puedas saborear y oler. Luego sigues con una ronda más, esta vez encontrando cuatro cosas con cada sentido. Luego tres. Dos. Finalmente, una. Lo que hace esto es activar tu sistema nervioso para-simpático, que es el responsable de calmarte. En lugar de ir a toda velocidad, a tu sistema nervioso le resultará más fácil poner el pie en el freno. Es ideal para los momentos de ansiedad intensa. Incluso durante los ataques de pánico esta técnica puede ser útil.