El estudio, dirigido por Didier Raoult, de la Universidad de Aix-Marsella (Francia), realizó un seguimiento de 48 pacientes que recibían tratamiento a largo plazo con doxiciclina e hidroxicloroquina para la fiebre Q, y de 34 sujetos de control. Casi una cuarta parte de los pacientes tratados ganaron entre 2 y 13 kg, mientras que ninguno de los controles presentó un aumento de peso. Los pacientes recibieron normalmente el tratamiento durante 18 meses.
«El tratamiento con doxiciclina e hidroxicloroquina mostró un efecto reproducible en la estructura de la comunidad de la microbiota gastrointestinal, y los pacientes tratados presentaron concentraciones significativamente menores de bacterias beneficiosas, Bacteroidetes, Firmicutes y Lactobacilli», afirma el coautor Angelakis Emmanouil, de la Unite de Recherche sur les Maladies Infectieuses et Tropicales Emergentes (URMITE), CNRS, Marsella.
«Reproducible» se refiere al hecho de que se observa el mismo efecto en todos los pacientes tratados con aumento de peso. Esto refuerza la conexión entre la disminución del número de especies bacterianas y el aumento de peso.
El hallazgo de que uno de cada cuatro pacientes tuvo un aumento de peso sugiere que determinados subgrupos de pacientes tratados por la fiebre Q son vulnerables al aumento de peso. En una investigación publicada el año pasado, Raoult y otros demostraron que los subgrupos vulnerables podían predecirse por la composición de su microbiota intestinal antes del tratamiento antibiótico.
Los investigadores concluyen que sus resultados ponen de manifiesto la necesidad de dietas bajas en calorías para los pacientes sometidos a tratamiento antibiótico a largo plazo, especialmente con doxiciclina.
La fiebre Q causa endocarditis, una inflamación infecciosa del revestimiento interno del corazón. La endocarditis puede dañar las válvulas del corazón y tiene una elevada tasa de mortalidad.
La hidroxicloroquina es un fármaco antipalúdico que también se utiliza para tratar la artritis reumatoide y el lupus eritematoso.